Por. Gustavo Saberbein, PhD
Recuerdo a Pocho desde cuando estudiábamos en la Universidad Nacional de Ingeniería -UNI-. Y nos reuníamos con Felipe de las Casas, Decano de la Facultad de Ingenieria Económica, junto con Milton Guerrero, César Arias, y otros amigos que también estudiábamos en la misma universidad. Luis Felipe era para nosotros un ejemplo de consecuencia política y fortaleza aprista.
La vida nos llevó a Europa con el fin de hacer estudios de postgrado. Pocho viajó a Bélgica y yo a Francia, con el propósito de estudiar economía y sociología. La distancia no era un obstáculo para nosotros y cada cierto tiempo nos reuníamos en Paris, para hablar sobre nuestros estudios, la economía peruana y su devenir político.
En estas reuniones en París, casi siempre contábamos con la gustosa presencia de otro amigo común de la UNI que también se encontraba estudiando en Francia, me refiero a Gonzalo García. Vivíamos el ambiente del recientemente acaecido Mayo ‘68 y en el de las discusiones entre estudiantes universitarios y destacados profesores.
Con el correr del tiempo, me volví a encontrar con Pocho en Lima, cuando se acercó al CIEPA -Centro de Investigación Económica Para la Acción, y nos propuso realizar un examen de los mensajes de los Ministros de Economía del Perú, desde nuestra independencia política hasta el último.
Tuvimos oportunidad de discutir el tema con Jorge Basadre en su casa ubicada en Orrantia, ello nos fue muy útil. Todavía recuerdo cuando respondiendo a una pregunta respecto a nuestro subdesarrollo y el por qué del fracasó de la elite nacional en su tarea de dirigir el desarrollo, él nos dijo, sin dudar, “porque dicha élite miraba al resto de la población por sobre sus hombros”.
Luego nos vimos en el local de CONAPLAN (*) en Barranco, a cargo de Luis Alva, en donde preparábamos, con un gran número de compañeros y profesionales cercanos, el Plan de Gobierno del PAP para el periodo 1985-1990. Tanto el Plan de Emergencia, como el de Mediano Plazo.
Fueron dos años de intenso trabajo técnico y político, incluyendo la proyección de las principales variables económicas y sociales, a cinco años vista. Fue con estos planes que intercambiamos ideas con especialistas del Banco Mundial y el FMI, respecto a la grave crisis que sufría el Perú y la mejor manera de hacerle frente.
Más tarde, con el triunfo electoral del PAP en 1985 y su candidato presidencial Alan García, Pocho Tantalean fue nombrado Jefe del INP (***) y yo mismo, Viceministro de Economía y luego Ministro de Economía y Finanzas, habiendo tenido ocasión, por lo tanto, de trabajar conjuntamente con él durante cerca de tres años en el gobierno que va de julio de 1985 a julio de 1990.
Con el golpe fujimontesinista, de abril de 1992, empezó la resistencia aprista a la dictadura y por ello merecimos persecución, destierro, prisión, y atentados con armas de fuego. Marchábamos por las calles con Pocho Tantaleán, Luis Alva Castro, Gustavo Mohme Llona, Carlos Arana, Hugo Otero, Javier Barreda, Alan Rivera, Maria del Pilar Tello, y cientos de otros compañeros y militantes de varios otros partidos democráticos, al tiempo que realizábamos trabajos de economía para luego ser usado como base para la redaction de avisos, gráficos y su publicación en los medios de comunicación.
Durante la noche del 5 abril de 1992, Pocho y otros compañeros estábamos trabajando en la casa de Agustín Mantilla en el diseño y creación de un periódico de alcance nacional. Junto con Pocho y Agustín Mantilla se encontraban también Javier Barreda, Ricardo Pinedo y el conocido periodista Manuel Tarazona.
A eso de las diez de la noche entró una llamada telefónica para Agustín Mantilla. Era Alan García anunciando el ataque a su casa y la búsqueda de su captura por parte de 150 comandos armados del Ejército y varias tanquetas. Agustín nos dijo que un autogole de Estado estaba en marcha y que saliésemos de su casa y que fuésemos a Chacarilla del Estanque. Para ver lo que estaba pasando con Alan y/o buscar refugio.
Todos los reunidos salinos de la casa de Agustín, hacia la derecha, con dirección a la conocida tienda de la esquina. De pronto, vimos venir hacia nosotros varios camiones porta tropas del Ejército, así como dos columnas de soldados armados caminando con sigilo por ambos lados de la calle. No si antes haber visto como un grupo de militares que habían instalado una ametralladora de trípode delante de la mencionada tienda.
Ante esta situación, lo primero que se nos ocurrió fue esconder las pistolas que portábamos legalmente en los pequeños jardines que se encontraban a la entrada de las casas del barrio. Sin embargo, pensamos que ello sería sospechoso. Finalmente decimos caminar con tranquilidad, por la vereda, como si fuésemos vecinos del barrio. Fue una buena buen decisión.
De pronto, un oficial del EP nos miró y gritó con toda su fuerza: ‘Váyanse a sus casas, carajo.” Y corrimos, pero no a nuestras casas sino a la casa del periodista Manuel Tarazona, lugar en donde escuchamos el Mensaje del Golpe. Por precaución, nos quedamos en ella 2 días hasta hasta que averiguamos que ya habían cesado las detenciones militares.
Y que, así mismo, comprobamos que nuestros nombres no aparecían en la lista de personas con orden de captura que tenía la policia del Aeropuerto Jorge Chavez, tal como sucedió con Remigio Morales, cuyo nombre si estaba en dicha lista, razón por la cual fue detenido en el Aeropuerto, cuando estaba por tomar un avión con destino al exterior.
Pero, a diferencia de nosotros, Agustín Mantilla no tuvo tiempo de salir. Además, su casa ya había sido rodeada completamente. El General EP a cargo del operativo lo llamó con un megáfono varias veces y Agustín, luego de reflexionar sobre qué hacer ante esa situación, incluyendo la posibilidad de resistir, decidió salir y entregarse, lo cual fue lo más sensato.
Cuando Agustín se acercó al General EP, el alto oficial le dio la mano, le leyó la orden de captura y luego lo condujo preso al “Pentagonito”. Con relación a este hecho, tiempo después, Agustín Mantilla le dijo a Pocho y a varios compañeros más, que cuando recibió el saludo de mano del General EP, él se dijo así mismo: “Este general no me va a matar”. El resto lo conocemos.
Alan Garcia, sin embargo, hizo disparos al aire para ganar tiempo y supo esconderse en la casa de un vecino quien lo acogió con nobleza. Poco tiempo después de salir escondido en un carro de la casa de su vecino, por no poder estar indefinidamente allí, Alan se escondió en la casa de Judith de la Matta, hasta que finalmente se vio obligado a buscar refugio en la Embajada de Colombia y tener que autoexiliarse en Bogotá y luego en la Ciudad Luz, fundamentalmente por el apoyo político que le brindó el presidente socialista Francois Miterrand.
El asalto militar a su casa, con fines de apresarlo vivo o muerto, fue la carta de presentación del nuevo Fujimori y de su socio de gobierno Montesinos. Los hombres que asolaron el país durante 8 años con una forma de gobierno que ha sido denominado como el “modelo de gobierno fujimontesinista”, un modus operandi con el que le quitaron el alma al pueblo, acabaron con lo poco de conciencia ciudadana que había, hicieron más informal e ilegal al Perú y convirtieron a su gobierno en un modelo de gobierno autoritario, violador de derechos humanos y corrupto por demás, tanto en el Ejecutivo, como en el Legislativo, el Sistema Judicial y la Policía.
Este pésimo ejemplo de gobierno no terminó con la fuga de Fujimori al Japón y su renuncia por fax, ni tampoco con la captura de Vladimiro Montesinos en Venezuela y su encarcelamiento en el Callao, sino que se instaló para quedarse en el Perú. A punto de que hoy, a manera de ejemplo, todo peruano importante tiene su "chuponeador" de confianza y su “perseguidor” conocido para rastrear la vida de determinadas personas.
El “modelo de gobierno fujimontesinista" se enraizó en nuestro país y se aplicó tanto en el Ejecutivo, como en el Legislativo, el Sistema Judicial y la Policía Nacional del Perú. Muchos fueron los que estaban esperando que se fueran los fujimontesinistas para entrar ellos, por designación o elección, y obtener así un puesto publico de cierta importancia.
El propósito era enriquecerse de una manera rápida y tener al mismo tiempo y inmunidad total, tal como venía sucediendo hasta hace poco, cuando estallo el escándalo de Odebrech y el de la "mafia de los cuellos blancos", que incluye a fiscales, jueces, empresarios, legisladores, políticos y abogados, que está horrorizando cívicamente al país. Y que ha puesto las barbas en remojo de muchas personas conocidas.
La adopción del "modelo de gobierno fujimontesinista” durante los últimos 5 gobiernos, entre 1990 y 2018 le ha hecho mucho daño al Peru, porque 1) ha destruido la frágil conciencia ciudadana, 2) ha hecho común desconocer la importancia de los partidos políticos en una democracia, y 3) ha llevado a que desprecie la conveniencia de tener políticos preparados, con experiencia y liderazgo.
En total, hemos tenido un cuarto de siglo durante el cual ha continuado operando el llamado “modelo de gobierno fujimontesinista”, con algunas diferencias entre los gobiernos democráticos, por cierto, como es el caso del segundo gobierno aprista, por las características políticas de Alan García y la doctrina del partido aprista que lo postuló a la presidencia, gobierno que logró un importante reconocimiento internacional por alcanzar un alto crecimiento económico con alta reducción de la pobreza y la desigualdad, entre julio de 2006 y julio de 2011.
Dado que Alan Garcia era para Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos una amenaza para sus planes de reelección permanente, por sus condiciones políticas y la organización del partido que lo sostenía, el fujimontesinismo compró con millones de dólares casi toda la radio, TV y prensa escrita de ese entonces. Había que realizar una intensa propaganda diaria en favor del fujimontesinismo para evitar que baje la popularidad del gobierno. Y para demonizar el primer gobierno aprista, el PAP y Alan Garcia, en base a la mentira repetida hasta el cansancio, tal como hicieron los nazis para engañar al pueblo alemán.
En cuanto a mi, el atentado con armas de fuego fujimontesinista que sufrí en marzo de 1996, después de cuatro años de oposición, me obligó a trasladarme con mi familia a Chicago, ciudad cuna de las 8 horas de trabajo, en la que tuve que rehacer mi vida, felizmente con éxito, con base en mis estudios, experiencia laboral y la educación que recibí de mis padres y abuelos.
Así, durante muchos años solo pude verme con Pocho, cada vez que viajaba de Chicago a Lima, hasta que un día la noticia de su partida cayó sobre mi como un rayo de dolor y tristeza, anunciándome que Pocho se había ido.
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