Cuando la democracia se rompe

Por: Alex Ulloa Ibáñez Abogado

La democracia no es sólo un sistema de gobierno en el que los ciudadanos eligen a sus congresistas y a su presidente; trasciende las fronteras del derecho a elegir libremente.

Ella tiene que cumplir con ciertos requisitos mínimos para su funcionamiento y legitimidad.

Estos requisitos mínimos son el respeto por los derechos humanos y la capacidad de tolerancia entre los particulares (dimensión privada) y entre el Estado y el pueblo (dimensión pública). Estas mínimas condiciones tienen que coexistir de manera dinámica junto al respeto por el estado de derecho, el respeto por la independencia y separación de poderes, junto a la igualdad ante la ley y la idea de soberanía popular, entre otras.

Si alguna de estas particulares condiciones juega fuera del tablero democrático, entonces avizoraremos formas de gobierno que lindan con lo autoritario; y donde se asienta el autoritarismo hay concentración de poder; y si hay concentración de poder aparece la corrupción; y con la corrupción deja de existir la libertad.

Por ello, como demócratas expresamos nuestra desaprobación a la determinación tomada por el Gobierno de Venezuela de no renovar la concesión por el uso del espacio radioeléctrico en beneficio de Radio Caracas TV.

En cualquier país democrático, uno de los principales derechos humanos es el de la libertad de expresión, recogido por la propia Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999; derecho que, lamentablemente, se vulnera a vista y paciencia, incluso, de las autoridades judiciales. Esta es otra muestra clara de la concentración del poder en manos de una sola persona.

Así las cosas, el todopoderoso presidente venezolano no entiende razones y mucho menos fundamentos; una característica propia de los dictadores; pero, al margen de la vulneración del derecho a la libertad de expresión, al igual que a la libertad de empresa y el derecho al trabajo, lo que debe quedar claro es que toda dictadura acaba, tarde o temprano.