Por: Mauricio Mulder Bedoya
Es grave que haya sectores de la prensa que no puedan ocultar cierto aire de beneplácito con lo que está ocurriendo en el Congreso, sus escándalos y su bajo nivel de aceptación. Tal parece que se trasluciera el mismo ánimo antidemocrático con el que se preludiaron los humores nacionales antes del golpe del 5 de abril. Y tal parece también que, como entonces, algunos de esos sectores conocidos en sus posiciones democráticas no hacen asco alguno en coincidir con aquellos otros abiertamente golpistas.
Este es el Congreso que ha elegido el pueblo en elecciones limpias. Es el Congreso además que se diseñó a partir del golpe fujimorista: unicameral, reducido, con escasa representatividad, proclive al elitismo, ágora de individualidades y no de partidos, colector de oportunismos y de improvisaciones de toda laya. En suma, el remanente golpista que la democracia no ha podido aún corregir.
Por eso es importante que se sepa que el ánimo con el cual se abordan temas como la bicameralidad, la eliminación del voto preferencial, el voto voluntario, la renovación por tercios, etc. obedece a reformar el sistema para democratizarlo, acercándolo al pueblo y haciendo que los partidos tengan instrumentos para mejorar la calidad de sus candidatos.
Pero siempre tropezamos con la misma piedra. En lugar de darse cuenta de esa necesidad, esos improvisados se mimetizan con los dictados autoritarios. Los que hoy se oponen a la bicameralidad y a la eliminación del voto preferencial bien pudieran haber calzado como anillo al dedo a la mayoría fujimorista que dominó el CCD de 1993. Y no sorprende por eso que hoy tengan tan extraña coincidencia y que humalistas y fujimoristas, amén de otros despistados, aplaudan entusiastas y de manera conjunta los argumentos para mantener el actual estado de cosas en el Congreso peruano.
El Congreso tiene la obligación de construir democracia, no de consolidar golpismos. Una vía es seguir en las reglas de la actual Constitución. Es la vía de facto y la realmente existente dada la debilidad de la lucha por la restitución de la Carta de 1979. La otra vía sería el gran acuerdo político por restituirla, casi manu militari, pero en realidad en concordancia con la propia carta. Pero para ello hace falta construir corrientes de opinión hoy muy débiles.
Pero el camino que de ninguna manera puede ser tomado en cuenta es el del golpismo. La posición irresponsable y pro fujimorista que levanta el diario La Razón y los que en ese sentido declaran, comenzando por un miembro invitado no militante de la propia Célula Parlamentaria Aprista, es sólo decir que Fujimori, cuando hizo lo propio, tuvo razón. Los que aceptan ello se ponen, automáticamente, del lado contrario de la democracia.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario