domingo, enero 13, 2008

Y Chávez cayó

Escribe Álvaro Forero Tascón

Debajo del puente del intercambio humanitario corren aguas tempestuosas que están transformando no sólo la política colombiana, sino la geopolítica mundial. La apariencia circense de la puja por el control político del intercambio entre Hugo Chávez y Álvaro Uribe esconde una realpolitik que puede convertirse en uno de la más enconados conflictos políticos internacionales y despejar el camino de una nueva reelección presidencial.

Lo que está en juego realmente es la legitimidad internacional de Hugo Chávez y la consolidación del proyecto político antiterrorista de Álvaro Uribe. Al aceptar el encargo aparentemente humanitario que le hiciera Uribe, Chávez pisó una cáscara que puede terminar consagrándolo internacionalmente como auspiciador del terrorismo y cómplice del mayor cartel de narcotráfico en el mundo. Y al agredir a Uribe y tomar partido con las Farc cuando el Presidente lo despidió como facilitador, Chávez cayó en una trampa que puede echar por la borda todos sus esfuerzos anteriores por convertirse en un líder internacional.

Porque el presidente venezolano había podido fungir de líder del antinorteamericanismo, escudado en el hecho de que Estados Unidos no tenía acusación grave en su contra, diferente a la de dictador, que en realidad era sólo un reproche que se desvanecía con cada elección venezolana. Pero luego de la racha de errores de Chávez, sellada con el fiasco de la 'operación Emmanuel', es posible que muy pronto el gobierno norteamericano descubra que finalmente tiene una coyuntura favorable para golpear al presidente venezolano, y publique un dossier de acusaciones contra Chávez, montado sobre supuesta evidencia de colaboración con las Farc en su territorio y de complicidad con la salida de cocaína y amapola colombianas por rutas venezolanas.

Todo gracias a la invaluable colaboración de Álvaro Uribe. Ayuda que seguramente hará pasar el TLC y frenará la presión del Partido Demócrata, pero que no es generosa. Porque la principal motivación de Uribe para cazar a Chávez ha sido de política interna.

Con la estrategia de meterlo en el conflicto colombiano, Uribe parecería estar logrando la proeza de renovar el atractivo de su propuesta política, reeditando la amenaza terrorista, esta vez con la cara de Chávez. Porque al obligar a Chávez a hacer visibles sus lazos con las Farc y al humillarlo para que se volviera en su contra, Uribe está logrando que el odio de los colombianos por las Farc se extienda a un enemigo mucho más peligroso, locuaz y visible. Uribe está consiguiendo que Colombia se contagie de la pasión más enceguecedora que conocen los pueblos —el nacionalismo—. Todo con el fin de mantener viva la llama que lo llevó al triunfo en dos elecciones anteriores, y que puede mantenerlo vigente, o a quien designe sucesor, por varios años más.

Si la historia verificara la hazaña política de Uribe, quedarían dos conclusiones. La primera, que las agallas y la visión política del Presidente no tienen límites. Y segundo, que por cuenta de su ambición, Colombia se está convirtiendo en el terreno de la confrontación política de Washington con Chávez. Porque es muy difícil creer que el duro pulso entre Uribe y Chávez pueda mantenerse ajeno al factor que subyace a la pelea —la incompatibilidad política de dos gobiernos signados por su relación con los Estados Unidos—. La pugnacidad entre los dos presidentes podrá disminuir durante períodos de calma chicha, pero tendrá brotes inducidos cuando al presidente colombiano le convenga, especialmente cerca de las elecciones presidenciales.

Porque seguramente Chávez seguirá atrapado en la atarraya y cometerá el error de tratar de incidir en la política interna colombiana, con la carta de un proceso de paz con las Farc. Y con ello, sólo logrará golpear las posibilidades electorales de la izquierda moderada y permitirle a Uribe seguir sacando provecho político del conflicto interno, bajo el argumento de que la salida negociada equivaldría a pactar la intervención de Chávez en Colombia.

El hecho es que, quizás animado por la resonancia internacional que tuvo la mandada a callar del rey de España, Uribe asumió la bandera del antichavismo, y que la utilizará sutil pero calculadamente a favor de sus intereses políticos internos. Lo grave es que el Presidente no distingue entre sus intereses y los del país, que me temo, en este caso, son diametralmente opuestos.

http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=20299&idSeccion=25
Share on :

0 comentarios:

 
© Copyright A.P.R.A. | 1924 - 2022 | APRA - Some rights reserved | Powered by Blogger.com.
Developed by ORREGO-wmb | Published by Borneo Templates and Theme4all