martes, enero 21, 2014

Golpe de Estado democrático

Por Javier Valle-Riestra
La prensa antiaprista, singularmente, el diario “La Primera” --dirigido por Lévano, a quien, empero, aprecio muchísimo--, me quiere sindicar como golpista. ¿Por qué? Porque en el local del partido expuse el viernes pasado, juntamente con otros jerarcas --Del Castillo, Mulder, Cabanillas, Quezada, Gonzales Posada--, sobre el caso de Alan García y la sentencia emitida por la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia.
Expliqué el afer, denuncié que se pretendía someter a antejuicio a Alan apoyándose sofísticamente en dicho fallo. Insistí en que se declaró nulo todo lo actuado por la Comisión multipartidaria encargada de investigar la gestión de García como presidente a partir de la citación del 8 de marzo, lo que implicaba la nulidad de los actos posteriores. Pero, esa resolución tiene un radio de acción mayúsculo. Por la forma en que está redactada, no hace viable restaurar la investigación parlamentaria nulificada. Ha quedado baldada porque ha tachado de nulo el reglamento.
Los enemigos del Apra y míos, han pretendido sostener que yo propuse un golpe de Estado. Falso. Lo manifestado por mí fue que manteniendo el statu quo, debíamos revolucionariamente, es decir, sin reglas preestablecidas, convocar a una asamblea constituyente para que una vez electa por el pueblo, actuase paralela al Congreso actual y al Presidente Humala, que seguirían en sus mandatos. Afirmé que no podíamos continuar con la arquitectura pseudo constitucional de hoy, herencia del fujimorismo. La asamblea constituyente podría restaurar total o parcialmente la Charta de 1979 y crear un bicameralismo diferente.
Una Cámara de Diputados con un mandato de treinta meses y disoluble; y un Senado indisoluble integrado por un sector funcional (las iglesias, los sindicatos, las universidades, las fuerzas armadas). Eso es lo que llamé golpe de Estado democrático porque co-existirían los actuales Jefe de Estado y Parlamento con la Asamblea. Lógicamente se mantendría en la nueva Carta al Tribunal Constitucional, pero, reforzado, dándole la facultad de legislar para enmendar inconstitucionalidades y a la Defensoría del Pueblo plenipotenciaria. Insistir en la doble vuelta electoral.
En la Francia del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, no solo hubo doble, sino, triple vuelta en busca de mayoría absoluta. No vamos a llegar a esa postulación extremista, pero, necesitamos un jefe de Estado que represente a la nación y dos Cámaras que sean espejo de las regiones. Resolvamos el tema. Elijamos una asamblea constituyente paralela.
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