domingo, mayo 11, 2014

PARA LA MADRE APRISTA - FELÍZ DÍA


Néstor A. Scamarone M.

"De todos los derechos de la mujer, el más grande es ser madre."
Lin Yutang

Y es que todos los años tengo que escribir sobre esta fiesta sencilla, un poco presentada por esos niños del mundo, incluidos nosotros entre los niños - por supuesto, con ingenua fantasía y dulce pensar del presente o del pasado y en homenaje a todas las madres del mundo; pero “Día de la Madre” también, como una protesta viva contra la explotación y la manchada imagen de la mujer en una sociedad hedonista y de consumo, donde existe una cultura machista de masas sin sentido y sin norte, donde una de cada tres mujeres recibe violencia familiar, donde se confunde mujer y madre con imagen material de ventas para cada segundo domingo de mayo, donde los hombres ganan dinero y hacen la guerra, un mundo de computadoras, con globalización del alma, automatizado y a veces perverso, de donde se ha mudado el principio cristiano de “amar a tu prójimo como a ti mismo”, palabra de Dios que se nos está desvaneciendo, para convertirse en “defiéndete y lucha contra tu prójimo”. Bueno, en éste mundo  para nada se tiene en cuenta a las madres, por que en este materialismo del liberalismo salvaje, las madres sólo existen como un eslabón necesario en la cadena de procreación y para acordarnos un poco en esos domingos de mayo. Por eso éste domingo si tienes tiempo para dedicarlo a alguien, no te quedes ahí parado mirando el reloj, dedícaselo a tu madre; vale, o mejor dedícale todos los días del año y olvida el reloj del egoísmo, de tu mezquino tiempo.

Escribí hace muchos años en un diario de Madrid, algo que traigo a la memoria: “En éste día debemos reflexionar sobre aquellos viejos queridos padres, abuelos, que siempre olvidamos, que los pasamos de lado, los tenemos en nuestra indiferencia, relegados por que nos parecen que sus ideas son obsoletas y fuera de tiempo, más aún han perdido velocidad y adrenalina. Ellos, esos esforzados seres que en el transcurrir labraron nuestras vidas, que cuando tenían sus manos y sus ojos jóvenes jugaban con nosotros en nuestra dulce niñez y nos labraron el camino a seguir. Como duelen algunas palabras y gestos, que hacen marcar distancia, como: “...ya no se que hacer contigo, ni donde ponerte, tu paso es lento, tus palabras reiterativas y cansadoras, yo ya estoy a otro ritmo, tu eres de otra época y en ésta ya no tienes cabida...” – vale decir – tu tiempo ha concluido y acabado.

Si lo que se siembra se cosecha, auguramos para las madres unos años de tranquilidad y regocijo en el hogar, rodeadas de hijos y nietos y cuando la vida vaya hacia el ocaso de la vejez o la de la ida inevitable, como muchos que tenemos la alegría de tener a nuestras madres en el cielo, como en esas tardes tranquilas en que se saborea una brisa fresca mientras un cielo azul y estrellado envuelve la tertulia en espera del sueño reparador, les auguramos el amor y el respeto de sus hijos y nietos, auguramos la cuiden en la dulzura de su vejez, auguramos la caricia, la mano filial como guía de sus pasos cansados e inseguros, auguramos el reconocimiento y amor para aquellas que siempre nos dieron sin pedir y auguramos las lleven de la mano hacia las nuevas esperanzas, hacia esos nuevos cielos por conocer...

Este domingo y en adelante, como pago por mi existencia, le daré a mi madre, animo para vivir, coraje y alegría para alejarla de los temores y tristezas, le daré mi charla y compañía, le devolveré las ganas de vivir, que con demasiada frecuencia se pierde en el largo bregar. Recobraremos con nuestra madre la sonrisa, la compañía hablada, levantaremos la frente juntos, avivaremos el paso, alargaremos la vista, recibiremos el viento, saludaremos el horizonte y reviviremos unidos la esperanza, las acompañaremos de la mano hacia esos cielos por conocer, aunque para algunos ya se hayan ido...
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