La posición política del Aprismo
De acuerdo con este concepto relativista de la política, el Aprismo fundamenta su ideología en la latitud en que aparece. Vale decir en su ((espacio-tiernpo histórico)).
Y esto significa que el relativismo de la política está determinado por la realidad geográfica y social, por el grado de evolución económica, por la raza y la historia de cada colectividad, que todo esto implica el espacio-tiempo-histórico.
Y esto significa tarnbién que una doctrina, una ideología, una norma política y social no puede ser trasplantada y copiada de un continente a otro, de una raza a otra, de un pueblo con un índice dado de evolución cultural a otro que no la haya alcanzado.
Porque al trasplantarse o exportarse una ideología o doctrina política de una latitud o ((espacio-tiempo histórico)) a otro, se modificará substancialmente, hasta el punto de resultar contradictoria y confusa.
Este relativismo de la política tiene sus ejemplos individuales en la Historia. Por ejemplo, Bolívar y San Martín, oficiales del Ejército Real español que se sublevaron contra el rey para independizar al Continente lndoamericano, fueron declarados traidores en España y Libertadores en nuestros pueblos.
Washington fue el libertador de los Estados Unidos del Norte, desde el punto de vista yanqui, pero fue el traidor de Inglaterra, desde el punto de vista británico. En los tiempos más recientes, cuando Sandino se sublevó en Nicaragua contra el imperialismo yanqui, era aclamado como un héroe en los países indoamericanos mientras la prensa de los Estados Unidos y sus portavoces oficiales lo declaraban ((bandido)).
Elevando estos casos individuales a su significado histórico-social podremos, pues, afirmar que todo fenómeno político tiene un valor y un contenido que depende del punto de observación desde el que se le estudia y aprecia y del espacio-tiempo en que se realiza y acciona.
Sobre estas bases, el Aprismo ha in surgido en el Perú teniendo en cuenta la realidad histórica de nuestro país y del Continente Indoamericano del que forma parte; y teniendo en cuenta asimismo, que trasplantar cualquier doctrina política europea a nuestros países es contraproducente y confusionista. Por eso el Aprismo ni es Comunismo, ni es Fascismo, ni es Socialismo, ni acepta el concepto democrático sólo cuantitativamente, como en las grandes democracias imperialistas.
No es Comunismo, porque esta doctrina europea, cuya concepción fue determinada por la realidad económica industrial de la Europa del siglo XIX se basa en que, como consecuencia y negación del industrialismo, la clase proletaria que éste forma se apodera del Estado y establece un orden social que entrega a la comunidad el beneficio total de la producción. Pero como el Comunismo implica una previa etapa histórica industrial manufacturera a la que los países de Indoamérica como el Perú todavía no han llegado, es absurdo negar y destruir una organización económico-social que todavía no existe entre nosotros. El Perú, como todos los países de su categoría agrícola-minera, de economía incipiente, tiene una industria colonial, primitiva y predominantemente de materias primas.
No es Fascismo, porque esta doctrina europea es, como negación del Comunismo, su antítesis, y aunque totalitaria, dictatorial y anti-democrática como el Comunismo, su contenido difiere, aunque sus formas revolucionarias y violentas y su paganismo, anticapitalismo y exaltación del Estado los acerquen mucho.
Pero el Fascismo se basa en la lucha de razas, en el blanquismo-ario, en el predominio étnico europeo mientras eI Comunismo se basa en la lucha de clases. El Comunismo implica el imperialismo de la clase proletaria europea; el Fascismo es el imperialismo de la raza blanca europea. Ya lo hemos dicho: Comunismo y Fascismo son la tesis y antítesis de la dialéctica del Viejo Mundo cuyo proceso va seguramente a una síntesis. Pero, de todos modos Comunismo y Fascismo corresponden a una realidad social, económica y política que no es la nuestra.
No es Socialismo, porque esta doctrina europea, es, como se sabe, una variante atenuada del Comunismo. Su filosofía es la misma, su posición semejante. El Socialismo difiere sólo en métodos del Comunismo. La II y III Internacionales parten del mismo origen. Pero la II Internacional Socialista ha sido más pacífica y democrática y ha relegado, en sucesivos compromisos a segundo término la teoría de la violencia y lucha de clases. Empero, el Socialismo Internacional es, típicamente, una ideología y un movimiento europeo y para la realidad de Europa que es la de los países grandemente industrializados de raza blanca y con clases proletarias socialmente definidas por el alto grado de desarrollo de la economía capitalista.
Repetiremos, una vez más, que nuestra economía, en todos los países de Indoamérica, es vasalla del gran capitalismo cuyas fuentes no están en nuestros países, por ende, Economía Colonial. Que nuestro industrialismo es incipiente y típico por nuestra realidad geográfica y que la importación de la doctrina socialista internacional europea a nuestros países sólo ha traído un socialismo verbal y formal, unilateral y desvirtuado, burocrático e intelectual pero sin arraigo profundo en la conciencia de nuestros pueblos que intuyen y sienten que sus problemas no son contemplados por doctrinas extranjeras capaces de enunciar generalizaciones pero sin abarcar ni plantear soluciones.
No es Democracia meramente cuantitativa, de número, liberal y clasista, de tipo británico o francés, porque también la Democracia de Inglaterra y Francia —así como en EE.UU.—, es un sistema aplicable a los grandes imperios en donde se ha mantenido sobre la base de pueblos con un alto grado de civilización general y que cuentan con clases burguesas y pequeño-burguesas bien definidas y organizadas. El Aprismo es democrático pero con un criterio cualitativo económico y por eso, aceptando la gran inspiración libertaria de la Democracia, preconiza una Democracia Funcional, económica y social, de tipo nuevo y característicamente indoamericana ya que considera que el gran error histórico de los hombres de la Independencia fue pretender trasplantar sin discriminación una Democracia francesa e inglesa puramente política a la realidad feudal de nuestros pueblos.
Justamente, del fracaso de la importación de la Democracia burguesa europea a nuestros países extrae el Aprismo normas de experiencia para advertir que sería sumamente peligroso para ellos seguir imitando sistemas o ideologías europeos que, teóricamente, pueden ser fascinantes, pero que aplicadas a nuestra realidad resultan inadaptables.
Ediciones de Cultura Hispánica Madrid, 1988
(*) Fragmentos del folleto que, con ese título, fue publicado por el ( Buró de Redactores de Cuadernos Apristas). El autor fue Haya de la Torre. junio de 1940. Reproducido de Qbras Completas, t. I, pp. 274-290.
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