Programa máximo y programa mínimo
Todos los partidos políticos modernos, sea cual fuere su tendencia, tienen un programa máximo y otro mínimo. Una aspiración superior o meta ideal, y un plan de acción inmediata de radio más limitado.
En realidad, todos los movimientos históricos bien dirigidos plantean su programa o enuncian su aspiración bajo este doble aspecto. El programa máximo de Bolivar —la unión indoamericana— no se cumplió. Su programa mínimo emancipador, si tuvo realización. El nazi-fascismo europeo intenta con la guerra actual cristalizar su anhelo máximo, con Hitler, que aspira a dominar a Europa y al mundo por mil años, y el Japón que está tratando de realizar un programa internacional mínimo en la conquista de China, ha enunciado su aspiración suprema en aquella sentencia de Yosuke Matsuoka: ((La misión del japón es dirigir al rnundo espiritual e intelectualmente... el Japón será la cuna del nuevo Mesias)) (tomado del libro Inside Asia de J. Gunther). Stalin, y su lnternacional Roja, aspira también a la dominación política y social del planeta y Mussolini sueña con el ideal ecuménico de los césares. Los imperialistas ingleses han llegado a forjar un imperio en cuyas tierras jamás se pone el sol. Y hasta los falangistas españoles proclaman como programa máximo el de reconquistar su imperio en Africa y América.
Generalmente, los programas máximos de inspiración imperialista son más vastos y audaces que los programas máximos de anhelo emancipador y antiimperialista. Todos los planes políticos máximos de los irnperialismos europeos y del Japón tienden a dominar a los continentes de economía incipiente como Africa, Asia, Oceania e Indoamérica. Las Internacionales Roja y Negra, comunista y fascista, tienen esa tendencia. Y con otras tácticas y desde otros aspectos, también el Japón; lnglaterra parece satisfecha de su máximo prograrna colonial que ahora tiene que salvaguardar. Estados Unidos, cuyo imperialismo es más de tipo económico, ha adoptado en los últimos años una definida política liberal y pacifista que ha inspirado nueva confianza a los pueblos débiles que más cerca estamos de su imperio.
El Aprismo, lirnitado a su ((espacio-tiempo histórico)) tiene un programa máximo que comprende puntos de política internacionales y nacionales ya expuestos más arriba.
Estos puntos adquieren ahora especial actualidad porque los irnperialismos totalitarios amenazan la soberanía continental de las Américas y porque al defenderla conjuntamente con los Estados Unidos, —pais fuerte— hay que establecer algunas garantias de acción interamericana que no permitan la inmolación de la independencia de los pueblos indoamericanos.
En ese sentido, el prograrna máximo del Aprismo sostiene la acción conjunta de los pueblos indoamericanos contra todo imperialismo económico y político, sea cual fuere.
Para realizarlo mejor, eI programa máximo propugna la unión bolivariana de los pueblos indoamericanos.
Para afirmar la defensa económica de las naciones indoamericanas amenazadas por los imperialismos, el programa máximo aprista propugna la progresiva nacionalización de las fuentes de riqueza.
Y para garantizar la buena relación entre los Estados Indoamericanos y los Estados Unidos del Norte el Aprismo preconiza la inter-americanización del Canal de Panamá, que si todos debemos defenderla; todos debemos poseerla, bajo un control semejante al del Canal de Suez.
Este último punto que parecía inexplicable a muchas mentes vasallas adquiere ahora una trascendencia extraordinaria. La defensa del Canal de Panamá es fundamental para los Estados Unidos del Norte. Esa defensa no puede hacerse sin el concurso de los paises indoamericanos, especialmente de los más próximos. ¿Por qué, pues, si la defensa del Canal debe ser interamericana no lo es su posesión?
El dominio en común del Canal de Panamá sería una garantia de convivencia entre el vecino poderoso y los veinte Estados indefensos. Sería, ((la prenda)) de una política interamericana no imperialista y daría una nueva fisonomía al sistema de relaciones entre ambas Américas.
Porque, hay que entenderlo y que repetirlo, el antiimperialismo aprista, —como fue enunciado por Haya de la Torre desde la iniciación del movimiento en su libro central ElAntiimperialismo y el Apra—, no es antiyanquismo. Busca una forma de convivencia entre lndoamérica y los EE.UU. y considera que más conviene a la nación norteamenicana un vecino organizado y federado en una sólida potencia continental, que veinte Estados pequeños y débiles que poco pueden aportar aisladamente para su defensa en un caso como el actual en que peligra la soberanía del Continente.
Pero el programa máximo del Aprismo concilia una constructiva convivencia interamenicana con el mantenimiento de la soberanía de nuestros Estados, su independencia y libertad nacional.
Y siendo la política ((ciencia y arte de posibilidades)) el Aprismo mantiene su programa máximo como un derrotero o rumbo de ideología y de acción, como una meta ideal que para realizarse supone una serie de etapas previas.
Ediciones de Cultura Hispánica Madrid, 1988
(*) Fragmentos del folleto que, con ese título, fue publicado por el ( Buró de Redactores de Cuadernos Apristas). El autor fue Haya de la Torre. junio de 1940. Reproducido de Qbras Completas, t. I, pp. 274-290.
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