Por: Cesar Campos.
El medio y el finCésar Hildebrandt vive uno de los mejores cuartos de hora, pese a que ayer renunció al diario donde publicaba su columna y marcó así la enésima raya en su amplio currículo de desempleo. Parafraseando a Javier Valle Riestra, la posteridad le valió más que la quincena.Su gloria periodística consiste en haber hallado una implicancia pública a la paternidad extramatrimonial del jefe del Estado: la supuesta mala fe del gobierno para promover la adquisición masiva y millonaria de vacunas contra la rubéola, a través del supuesto pediatra del último vástago de Alan García.
Sin embargo, en el mismo diario donde escribía apareció la versión de dos funcionarios extranjeros de la Organización Panamericana de la Salud, quienes señalaron tajantemente que el lote de vacunas contra la rubéola fue gestionada y comprometida por la administración de Alejandro Toledo. También que no hubo adquisición directa de dicho lote porque la OPS es la que realiza una licitación internacional desde Washington y para ello recurre a un fondo rotatorio.
Lo de las vacunas fue desbaratado de manera simple y concreta. Pero quedó lo del hijo extramatrimonial y su revelación ligada al nombre del periodista denunciante. El pretexto le fue útil para guiar la atención ciudadana hacia el fin.
Todos envejecemos en nuestro oficio y en el del periodismo lo hacemos arrastrando a veces majaderías, vanidades postergadas o simples ganas de joder. Alfonso Tealdo era incomprendido por sus entrevistas plagadas de arbitrarias interrupciones que sacaron de quicio hasta al mismo Henry Kissinger. Jamás entendimos que Tealdo, con sus kilos intelectuales de experiencia, sólo perseguía el efecto de la incomodidad de sus entrevistados antes que las reflexiones de estos.
Algo similar parece ocurrirle a Hildebrandt al rasgarse las vestiduras por el supuesto negociado con la salud del pueblo, cuando su único objetivo era evidenciar la magnífica aproximación que tiene a una historia de alcoba.
Irreprochable la dimensión noticiosa del hecho, pero dudosa la metodología aplicada.Con la misma vara, que Hildebrandt acepte a quienes repudiamos esta metodología periodística de usar premisas falsas para arribar a otro terreno. No lo convoco al pleito sino a abrir una reflexión objetiva sobre el particular.
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