Juan de la Puente
jdelapuente@ednoperu.com
NEUTRALIDAD
Presidente Alan García se desmarca de la campaña. Anuncia que trabajará con todos los elegidos y reitera que no participará en elecciones.
El anuncio del presidente de la República de que trabajará con todos los alcaldes y presidentes regionales elegidos y la ratificación de la neutralidad del gobierno en la campaña electoral representan un salto adelante en el trabajo de este Ejecutivo en particular y en la calidad de la democracia peruana.
Ya antes el mandatario había renunciado a realizar viajes al interior del país y separado en sus declaraciones aquellas que corresponden exclusivamente a su condición de jefe de Estado.
El primer beneficiado de esta decisión es el propio presidente, y más precisamente la institución de la Presidencia de la República a cuyas funciones le otorga un mayor nivel de legitimidad. Pero se beneficia más el ciudadano, quien ve garantizada de esa manera la idea básica de la democracia de que el voto es libre.
En varias oportunidades en los últimos 25 años este supuesto no se cumplió, desde cuando se denunció en 1983 el uso de automóviles de cooperación popular a favor de los candidatos de la lampa, el célebre “balconazo” en 1986, la campaña “con todo el apoyo” de 1996, hasta el eslogan “el Perú no puede parar” de las elecciones de este año.
A pesar de lo señalado se registran avances reconocibles fácilmente. Ya no tenemos vladipolos con recursos del Estado, generales repartiendo volantes y soldados pintando lo cerros en el sur de Lima.
Ahora mismo se puede apreciar que la pantalla del Canal 7 se abre a todas las candidaturas y de hecho tienen algún éxito las normas de neutralidad electoral que aprueban los ministerios en período electoral.
Persisten, sí, bolsones de impunidad donde los funcionarios se dan maña para utilizar los recursos del Estado para promocionar candidaturas. Lo hacen buena parte de alcaldes y presidentes regionales que van a la reelección. No sería por ello una mala idea impedir la reelección de alcaldes y presidentes regionales.
Quizás el JNE, en lugar de dedicarse a pelear con la ONPE, podría establecer auténticos sistema de inteligencia –recursos tiene– para denunciar y castigar lo que hoy se ercibe levemente.
Lo importante es el cambio de conceptos que se opera en la cabeza de la gente. Lo que antes de aceptaba como una fatalidad de la política –todo funcionario lleva agua para su molino– se ha transformado en un derecho fundamental, el derecho a la neutralidad.
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