martes, febrero 27, 2007

LAC: Aprismo recargado

Por Mirko Lauer.

Cuando inesperadamente puso su cargo a disposición, Pilar Mazzetti obligó al gobierno a terminar de decidirse. Pero por algún motivo el súbito desenlace de una historia que ya tenía dos semanas se tradujo en la necesidad de nombrar a un nuevo ministro del Interior en poco más de 24 horas. Premura que tiene que haber acortado el naipe de las opciones.

No haber nombrado en Interior a un independiente o a una mujer, o ambas cosas juntas, da la impresión de acelerar los plazos políticos. Cerrar filas partidarias es el tipo de cosa que los gobiernos hacen cuando las papas empiezan a quemar. Que es también el momento en que ya no se puede conseguir buenos independientes para un cargo complicado.

Luis Alva Castro es el tipo de político aprista prime que parecía llamado a reforzar un equipo desgastado por un par de años o más de duro trabajo. Que aparezca en la cancha tan temprano tiene un paradójico elemento de sorpresa, y desde el punto de vista del manejo de Interior Alva Castro, un experimentado administrador, no es una mala noticia.

Con este nombramiento Alan García no solo gana un buen colaborador para el Ejecutivo (aunque se pierde un congresista importante para el equilibrio de la bancada), sino que tranquiliza un poco las presiones por más y mejores puestos para cuadros del Apra. García, Jorge del Castillo y Alva Castro juntos dan una imagen de aprismo recargado.

Si acaso el pecado de Mazzetti esencialmente fue no conocer lo suficiente el aparato del Estado, Alva Castro es el antídoto perfecto. Es poco probable que a este político se le hubiera pasado lo de los patrulleros. El problema es que los políticos con más años en el oficio no suelen dar grandes batallas contra la corrupción.

Los pocos que han intentado reformar la Policía sostienen que si no se elimina de partida la corrupción cualquier otro cambio será imposible. Incluso cualquier inyección de recursos adicionales simplemente pasará a manos de las magias de siempre. Lo cual hace de Interior un ministerio tan difícil y político como Educación.

La seguridad, en las diversas formas en que cada uno lo vive, lo siente y los comprende, está a la cabeza de los reclamos de la ciudadanía. Los más acomodados más o menos han resuelto su problema privatizando la seguridad y pagando más por ella. Pero son muchos millones los que viven en la inseguridad endémica, siniestra empeoradora de la pobreza.

Pero antes de resolver la seguridad hay que resolver la PNP misma. Reducir las mafias, aumentar los recursos y los ingresos, modernizar los procedimientos, subir el nivel. La lista puede llegar a ser interminable, y no se acortará hasta que no haya un mínimo de continuidad en la presencia del poder civil en ese ministerio.
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