Por César Campos R
La guerras desgastan y la que emprendió hace 11 días en forma necia la directiva del SUTEP, parece que llega a su fin. Buscarle tres pies a la Ley de la Carrera Pública Magisterial –un instrumento destinado a mejorar los ingresos de los docentes según sus méritos y consensuado por los operadores de la educación– la debilitó aún más a los ojos del ciudadano común y empujó a Patria Roja hacia una pendiente que en muy poco tiempo evidenciará sus consecuencias dentro del gremio.
Sin embargo, el balance no sólo arroja pérdidas para la dirigencia del magisterio. Como lo han destacado la mayoría de comentaristas políticos este fin de semana, el gobierno también acusa señales de empequeñecimiento en el afecto popular, reflejadas en varias encuestas. Pero a diferencia del SUTEP, el hándicap oficialista radica más en el manejo de las formas que el fondo de los asuntos de interés público.
Ciertamente, ¿cuáles podrían ser los errores graves de una administración capaz de exhibir cifras de crecimiento sostenido de la economía, vocación extrema de austeridad (que sacrifica hasta el uso del avión presidencial), empeño descentralizador y la consolidación de los programas sociales para su mejor funcionamiento?
Hemos señalado que la cotidiana omnipresencia del jefe de Estado –su amigo Mirko Lauer y el presidente de la Confiep, Jaime Cáceres-Sayán, le agregan el factor del triunfalismo en el avance económico– satura la vista y el oído popular. Su voz rectora se pierde en la contingencia y hace que prosperen voluntariosos “intermediarios” (la Iglesia, la Defensoría del Pueblo, la Asamblea de Presidentes Regionales) del conflicto social.
Los titulares de cada región deben asumir también el protagonismo en varias acciones públicas porque ello definirá el justo reparto de responsabilidades. Hay hechos que no deben ser atribuibles al Ejecutivo y éste viene pagando los destrozos de platos ajenos. La ministra Verónica Zavala ha dicho ayer, por ejemplo, que las regiones sólo vienen asumiendo la onceava parte del plan Tolerancia Cero, cuando a ellas les corresponde un papel central en evitar los accidentes en las carreteras.
Algunos presidentes regionales quieren silbar viendo el techo, rehuyendo los problemas. Es inaudito: ellos también son gobierno.
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