Por: Rocío Valencia y Hugo Vallenas
Ciertas corrientes poco estudiosas intentan en la actualidad presentar a un Haya de la Torre anticlerical y favorable a la tesis del Estado laico. Este concepto es muy discutible de la misma manera que lo es la tesis que haya existido alguna vez una ética agnóstica dentro del Partido Aprista Peruano. En el estudio que presentamos a continuación fundamentaremos por qué tal afirmación es una tesis errada desde el punto de vista histórico. Tal y como explicamos a continuación Haya de la Torre y el Partido Aprista Peruano fueron siempre favorables a la tesis del Estado confesional con libertad religiosa.
Entre 1919 y 1923
Entre la reforma universitaria, la jornada de las 8 horas de 1919 y la protesta de la Universidad Gonzales Prada de mayo de 1923 en la que muchos estuvieron inflamados por ideas del anarcosindicalismo de Gonzales Prada que sí era ateo, Haya de la Torre tiene actos y palabras anticlericales pero no antirreligiosas, ni ateas. Durante la amistosa polémica que sostiene Haya de la Torre con su ex profesor de colegio, el Padre Lisson, Arzobispo de Lima, en el palacio de la Exposición, el 3 de mayo de 1923, Víctor Raúl cita las Sagradas Escrituras y en un hermoso discurso termina diciendo lo mucho que ganaría la iglesia si retornara al verdadero espíritu del cristianismo primitivo.
En su famoso discurso del 23 de mayo de 1923 contra la consagración del Perú al Sagrado Corazón de Jesús, Haya de la Torre elogia la figura de Cristo y deja bien claro que la protesta no tiene un carácter antirreligioso, sino un propósito cívico en defensa de la libertad de pensamiento. Su alocución después de la movilización y los dos muertos comienza con la frase: "El quinto no matar" Esto es una manifestación de adhesión a los diez mandamientos en contra de quienes en lugar de defenderlos los están pisoteando.
Durante la etapa comprendida entre 1921 y 1923 Haya de la Torre fue profesor del colegio Anglo-Peruano, hoy San Andrés y tuvo estrecho contacto personal e intelectual con el fundador y director del colegio, el Dr. John Mackay perteneciente a la Iglesia metodista.
Mackay publicó un libro donde menciona mucho a Haya de la Torre que se llamó: The Other Spanish Christ. En este libro el autor elogia a Víctor Raúl por su defensa de los indígenas y por su concepto de religiosidad como algo indesligable de la solidaridad social. Dice Mackay que entre 1919 y 1923, Haya de la Torre "descubrió que en los escritos de los profetas del Viejo Testamento y en las enseñanzas de Jesús había más incandescentes denuncias de la opresión y el mal que las que él o sus compañeros pudieran haber hecho. Lo iluminó entonces la idea de que no sólo podría sino debería haber una unión entre la religión y la ética, y que esta unión existía ya en la religión proclamada por la Biblia. Con lo cual el Libro comenzó a tener para él un nuevo significado". En esta etapa Víctor Raúl no perteneció a la iglesia metodista pero mantuvo una posición equidistante entre las iglesias cristianas, criticando a la Iglesia católica por su apoyo a las tiranías.
El Dr. Mackay lo ayudó mucho durante la persecución del año 1923 y también la congregación metodista mientras duró su deportación en Europa entre 1924 y 1930. La señora Ana Graves, persona importante de la iglesia metodista lo ayudó a ingresar como estudiante en la universidad de Oxford en Inglaterra.
Entre 1919 y 1930
Durante esta etapa Víctor Raúl fue invitado y asistió a algunas de las reuniones de las logias masónicas pero como una curiosidad intelectual y para obtener apoyo político de algunos integrantes en contra de las tiranías. Sin embargo en ningún momento su pensamiento doctrinal se vio influenciado por las ideas masónicas del materialismo y del ateismo. Explicaremos estas ideas en un estudio posterior.
Durante el exilio europeo su principal amigo fue Miguel de Unamuno este era un apóstol seglar y había hecho sus votos. Tiene un libro titulado: La Agonía del Cristianismo que fue crucial para Víctor Raúl y Mariategui ya que defiende el significado original de la palabra agonía entendida como renacimiento o lucha de la vida contra la muerte y contra el mal. Esta obra dio lugar a que Víctor Raúl y Mariategui usaran la palabra agonía en muchos de sus escritos y discursos. Ser un agonista significaba para ellos ser un revolucionario.
Miguel de Unamuno ayuda a Víctor Raúl a reconciliarse con la Iglesia Católica sin abandonar sus renuncias y sus críticas porque le brinda una nueva perspectiva. De ahí viene una frase que muchos testigos han escuchado de labios de Víctor Raúl: "Siempre se debe estar en la fe aunque no se esté en la Iglesia". Esto fue dicho por Víctor Raúl a propósito de la actitud tolerante y conciliadora del Papa Pio XII hacia Mussolini y Hitler. Hasta ahí tenemos a un Haya de la Torre siempre cristiano pero que evoluciona de una posición equidistante con las iglesias cristianas formales hacia un catolicismo crítico de la jerarquía eclesiástica.
1931 – 1934
Entre 1931 y 1934 así como durante la gran clandestinidad abundan las frases de Haya de la Torre de reconciliación con la Iglesia y de equiparamiento del aprismo con una fe misionera. Es muy importante en la historia del APRA, el discurso del mártir Carlos A. Phillips antes de ser fusilado: "Solo Dios salvara mi alma y solo el aprismo salvará al Perú"
También durante 1931 cuando se construye el partido en todo el Perú, durante la campaña presidencial, uno de los recursos que permiten al aprismo ganar al campesinado es unirse a sus sentimientos religiosos.
Los apristas han sido los más devotos y los más fervorosos defensores de todos los santos y de todas las vírgenes patronas de todo el Perú.
Jamás el APRA ha dicho como los comunistas: "prohibido ir a la Iglesia" o "la religión es el opio del pueblo".
Mientras la constitución de Leguía, votada en 1920, en su artículo 5to, prohibía toda iglesia que no fuera la católica, en el Congreso Constituyente de 1931 el aprismo propuso la libertad de cultos pero sin oponerse a que la iglesia católica fuera la oficial. Dicho principio quedó establecido en el título XIV de la Constitución de 1933. La Convención Nacional clandestina del Partido Aprista Peruano de julio 1942 refrendó esa misma idea y se pronunció en forma radical contra el concepto del Estado laico.
El año 1945
El año 1945 estas ideas fueron desarrolladas en forma aún más exhaustiva, al incluir a la iglesia católica entre las instituciones representativas de las fuerzas vivas del país que debían formar parte del CEN o Congreso Económico Nacional. Así lo hizo constar en su conferencia del 9 de octubre de 1945, "El plan económico del aprismo". Muchos estudiosos del aprismo olvidan que el CEN no era laico ni agnóstico: defendía la presencia de la iglesia católica –y sólo ella, ninguna otra- en los asuntos del Estado.
Para Haya de la Torre la libertad de cultos no se contraponía con la profesión de fe católica del Estado Peruano. Él más bien defiende algo que es consustancial a este concepto, que por ser un Estado católico debe tener una voluntad ecuménica. Esta idea es desde aquel momento una tesis fundamental del APRA. El APRA nunca ha estado a favor de un Estado laico, nunca lo ha defendido. Nunca ha propuesto disminuir de jerarquía a la Iglesia Católica y ponerla en igual condición que las iglesias protestantes o la iglesia judía. Jamás ha propuesto erradicar el curso de religión, de contenido catequista católico, de la educación publica. En ningún momento, ni en 1931, ni en 1945, ni en 1956, ni en 1962, ni en 1963, ni bajo ninguna época durante la vida de Haya de la Torre ha dejado de figurar en el plan de gobierno aprista el postulado de un Estado confesional con libertad religiosa.
Esta es también una de las tesis que diferencia al aprismo de otros partidos de América Latina cercanos a él como el Partido Socialista chileno. Una de las discrepancias de Haya de la Torre con la social democracia europea (orientadora y subsidiadora de los partidos socialistas de América Latina) es el tema religioso. La socialdemocracia, de origen europeo, siempre ha postulado un Estado laico y una educación laica, tesis que para Haya de la Torre no coincide con el espacio-tiempo indoamericano.
Haya de la Torre tiene en común esta tesis sobre el Estado democrático y a la vez confesional con las ideas de Simón Bolívar quien también se oponía a la idea del Estado laico postulada por los republicanos radicales de entonces.
La Constitución de 1979
La Carta Magna de 1979 es la materialización de la postura histórica del partido Aprista en favor de un Estado confesional y no de un Estado laico. Con este artículo Haya de la Torre secundado por los legisladores apristas de entonces confirman su postura a favor de un Estado confesional, reconocen a la Iglesia católica en su rol histórico, cultural y moral e incluyen a su vez el principio de libertad religiosa que no es contrario al principio de un Estado con una fe o confesión religiosa. Reproducimos el texto del artículo más
abajo:
Artículo 86. Dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce a la iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú. Le presta su colaboración. El Estado puede también establecer formas de colaboración con otras confesiones.
En cuanto a la educación religiosa se respeta el principio de libertad de conciencia y los padres son quienes determinan si desean o no que sus hijos asistan al curso de religión. No hay ruptura doctrinaria con la Constitución de 1933 en la cual también habían participado los legisladores apristas a favor de una Estado confesional con libertad religiosa.
La religiosidad de Haya de la Torre
Haya de la Torre fue un defensor de la religiosidad aplicada a la política. No bastaba estar convencido: había que tener fe en el aprismo. Tenía, según lo han confirmado testigos y familiares, una Biblia cuidadosamente anotada. Y según relata John Mackay era un gran conocedor de los evangelios. Tuvo una gran preferencia por el evangelio de San Marcos y por los libros y las cartas paulistas.
Además su libro preferido de lectura en sus momentos de ocio eran Las Confesiones de San Agustín.
Cuenta su sobrina, Alira Haya de la Torre, que durante su exilio en Roma a finales de la década de 1950, Víctor Raúl hizo varias visitas al entonces Papa Juan XXIII, amigo personal de Haya de la Torre y personaje con el cual pasó grandes horas de tertulia. Esta amistad impregnada de honda religiosidad era uno de los temas que recordaba con mucho cariño durante la sobremesa en casa de su hermano Edmundo en San Miguel.
El líder indoamericano acostumbraba comparar la epopeya del aprismo con la labor misionera de los primeros cristianos. En su célebre discurso del 8 de diciembre de 1931 en Trujillo, atento a las inminentes represalias del caudillo Sánchez Cerro, define el aprismo "como religión de justicia, como credo de libertad", donde no tienen cabida "el Judas que nos vende" ni "el cobarde que da paso atrás". En el manifiesto de febrero de 1932 indica que el aprismo tiene una "decisión profunda de sacrificio" porque tiene "fe en la redención del Perú". Allí mismo señala a Jesucristo como un revolucionario ejemplar y hace suyos los comentarios de su gran amigo Unamuno al evangelio de San Juan.
Su famoso libro Carta a los Prisioneros Apristas, lleno de frases que invitan al heroísmo civil, se basa en muchas imágenes bíblicas. En todo momento la fe y el sacrificio son indispensables para ser
aprista: "Redoblen la fe en nuestras propias fuerzas y sean incansables en inspirar esta confianza entre amigos y simpatizantes.
Recuerden que la dirección del partido sigue en manos de compañeros firmes y leales que todo lo sufren y todo lo soportan por alcanzar la victoria. En una palabra, tengan fe", escribe en una de esas cartas, de marzo de 1936. Alguien dirá, con irresponsable ligereza, que se refiere a una "fe cívica" y no religiosa, pero es una observación errada. La fe en un ideal político sólo puede asumirse como extensión secular de la fe religiosa. Cualquier tipo de fe es indesligable de la fe esencial, la fe religiosa. Hay fe y punto.
Antes de su muerte y ocupando aún el cargo de Presidente de la Asamblea Constituyente rindió publico homenaje al Señor de los Milagros en la plaza del Congreso. Por indicación de Haya de la Torre, el tema del Estado confesional fue uno de los puntos defendidos en común durante la redacción de la Constitución de 1979 por apristas y pepecistas contra el bloque de las izquierdas que reclamaba un Estado laico.
En su última visita a Moche de 1978 acudió al humilde templo y recibió muy emocionado la bendición del entonces párroco Jose Lefebvre Francoeur. Entrevistado por la revista ABC a los pocos días de la muerte de Víctor Raúl, el Padre Levebvre declaró acerca de Víctor Raúl que quizá: "lo que se ha apreciado en él es ese aporte mesiánico; por cuanto Cristo, el Mesías que es nuestro salvador, continua su obra a través de hombres que aman al pueblo y se sacrifican por el pueblo
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2 comentarios:
no comparto la mentira . . SOBRE LA MASONERIA, . . DEBERIA INFORMARSE PRIMERO, ESTE COMENTARIO DESMERECE TODA LA BUENA NOTA...... LA MASONERIA NO ES ATEA NI MATERIALISTA. . . . .
Víctor Raúl fue invitado y asistió a algunas de las reuniones de las logias masónicas . Sin embargo en ningún momento su pensamiento doctrinal se vio influenciado por las ideas masónicas del materialismo y del ateismo. Explicaremos estas ideas en un estudio posterior.
Estoy de acuerdo con su comentario y solicito al propietario del blog eliminar la oración completa que empieza con "sin embargo" y termina en "ateísmo" que carece de sustento. Pido las disculpas del caso.
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