viernes, febrero 22, 2008

MODERNIDAD EN EL PENSAMIENTO DE HAYA DE LA TORRE

El Aprismo en el siglo XXI

Escribe Alejandro Beoutis. Diplomático

Desde sus orígenes, el APRA ha sido el gran movimiento de cuestionamiento al orden tradicional y el proyecto de la gran transformación de Indoamérica y, por consiguiente, del Perú. Víctor Raúl Haya de la Torre formuló para América Latina una doctrina completa y un método de acción realista que liberó a nuestras juventudes y a nuestros pueblos de toda posibilidad de colonialismo mental, es decir, creó una teoría revolucionaria con autonomía conceptual para los países subdesarrollados que enfrentó por igual y sin vacilaciones al conservadurismo fósil y al marxismo congelado.

El aprismo se declaró antiimperialista y enseñó que en nuestro espacio tiempo histórico para los países subdesarrollados de América Latina más que una lucha de clases, el problema es de una lucha de pueblos y que no hay posibilidad de antiimperialismo y desarrollo sin la unidad política y económica de nuestros países. Sostuvo, asimismo, que tenía que abolirse el enclave colonial de Panamá y proclamó como quinto punto de su programa la solidaridad con los pueblos y las clases oprimidas del mundo.

El aprismo, desde 1924, ha sido y es la antítesis del socialismo en nuestro continente porque desde sus inicios planteó frente al marxismo dogmático que los pueblos latinoamericanos no estaban listos para el socialismo y que necesitan cumplir previamente su etapa democrática a través de una revolución social, no socialista, la cual consiste en organizar constructivamente al Estado para educar, mejorar, capacitar y defender a las clases productoras; en contraposición a quienes propugnan la agitación permanente para entorpecer la producción, sin importarles la miseria de la clase trabajadora y la negación de sus expectativas inmediatas de mejoramiento y bienestar económico y social.

Frente a los desafíos del actual siglo, los nuevos caminos abiertos por la ciencia y la tecnología y los esfuerzos de superación permanente en la sociedad del conocimiento humano, el aprismo del siglo XXI plantea la creación de una sociedad justa, libre y culta, basada en los principios hayistas definidos en la Constitución Política de 1979. El conocimiento productivo, las nuevas tecnologías y la inventiva humana deben ser factores que promuevan eficazmente la liberación social y la participación política ampliada, así como impulsar la innovación científica tecnológica como herramienta de progreso social en el Perú.

Otro desafío fundamental apunta a la necesidad de una reforma integral del Estado, a fin de acercarlo más a la sociedad que representa y a la satisfacción de sus legítimas demandas. Se trata de impulsar su acción social hacia los sectores más pobres y desprotegidos sobre la base del mejoramiento del acceso a los servicios públicos en el marco de una redefinición de la relación Estado-sociedad, en la que el fortalecimiento de la condición humana en justicia y libertad continuará siendo la matriz que sustenta el pensamiento y la acción aprista.

El aprismo del siglo XXI busca consolidar una democracia social integral, respetuosa de los derechos humanos, que incremente la participación directa del pueblo en todos los asuntos de la vida nacional con menor protagonismo del Estado y mayor acción de la sociedad civil y que extienda la propiedad a todos los peruanos, en un mercado libre de monopolios y oligopolios, así como de la manipulación del poder económico.

A diferencia del neoliberalismo, promueve un desarrollo integral y sostenible, así como reformas sociales que permitan la redistribución posible de la riqueza mediante un crecimiento con equidad e inclusión social. Para lograrlo, es condición indispensable asegurar la paz y condenar todo tipo de violencia y terrorismo a fin de asegurar la unión y el progreso de nuestros pueblos, mediante la búsqueda de amplios consensos que fortalezcan un acuerdo nacional basado en un pacto económico y social de gran envergadura.

Asimismo, siguiendo uno de los principios rectores del pensamiento de Víctor Raúl como el de la integración, el aprismo promueve la consolidación de una comunidad hemisférica de naciones y el desarrollo de un mercado común que abarque a las dos Américas, tal como lo planteó el mismo Víctor Raúl a través de su tesis del “interamericanismo democrático sin imperio”, enunciado en su plan de 1941.

El aprismo de este siglo, reconstituido por el ejemplo moral de sus viejos luchadores y mártires y rejuvenecido por la nueva sangre de la juventud y su pueblo, sabrá responder decididamente a este llamado amplio y sin exclusiones para construir una democracia de pan con libertad en todo nuestro continente.
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