domingo, julio 06, 2008

Viva Colombia, pobre Chile

José Piñera
Ex ministro de Estado de Chile

1.OPERACIóN JAQUE. Así se hace. Primero, se ubica a los distintos grupos terroristas en la selva (gracias ONGs izquierdistas, gracias figurones latinoamericanos y europeos) y se les destruye el sistema de “command and control”, encegueciéndolos electrónicamente con tecnologías de última generación (gracias Silicon Valley, gracias capitalismo creativo). Segundo, una vez que se tiene a los guerilleros aislados y confundidos, o se infiltra al secretariado FARC y un supuesto alto mando da efectivamente la orden de traslado a otro campamento (¿quién?, ¿cómo?, es la pregunta del billón) o se engaña a los carceleros imitando la voz de Alfonso Cano a través de teléfonos satelitales; en ambos casos, una brillante operación “caballo de Troya” que habla muy bien de los servicios de inteligencia colombianos y muy mal del estado de las FARC (por eso los simpatizantes de las FARC en Europa ya están sosteniendo que no hubo tal infiltración, sino que se compró a los dos jefes carceleros que se subieron al helicóptero y se les liberará en una amnistía futura, previa cirugía estética y compensación). Todo lo demás es detalle, aunque dos de ellos son exquisitos (usar las mismas camisetas del Che Guevara que presumiblemente usan los hijos de Sarkozy y Bachelet, y helicópteros mimetizados con anteriores naves chavistas). Una operación sólo comparable, en estos tiempos, a la realizada por Israel en Entebbe y por Perú en Chavín de Huántar.

2. GANADORES Y PERDEDORES. Extraordinario éxito político y militar del presidente álvaro Uribe y de su ministro Juan Manuel Santos (no es pura coincidencia que ambos, a quienes conozco y aprecio mucho, hayan tenido la visión y la capacidad para convertirse, hace ya 15 años, en padres del sistema de AFP colombiano, junto con el ex presidente César Gaviria). Gran éxito operacional de las Fuerzas Armadas de Colombia, de sus jefes y de su tropa (qué dignidad, qué lenguaje, qué claridad mental, aquella de los oficiales y soldados en el magnífico ejercicio de educación ciudadana “urbi et orbi” que hizo el “profesor” Uribe el miércoles en la noche). Derrota gigantesca para las FARC y sus aliados latinoamericanos, tanto aquellos explícitos (el Partido Comunista chileno que homenajeó hace poco a Marulanda, el jefe de los carceleros de Ingrid Betancourt y miles de colombianos; el presidente Chávez, llamado por The Washington Post “el ángel guardián de las FARC”; el presidente Correa, quien le ha dado santuario a los terroristas, el presidente Ortega... y, last but not least, Fidel Castro y los narcotraficantes) como ideológicos (la presidenta Bachelet, que quería votar por la Venezuela de Chávez para el Consejo de Seguridad de la ONU y que celebró su segundo aniversario en marzo pasado invitando a Correa y criticando a Uribe por su férrea postura; Néstor y Cristina Kirchner, Evo Morales y aquella amplia categoría denominada los “perfectos idiotas latinoamericanos”). También un éxito del presidente Bush que, contra viento y marea, le ha dado un inmenso apoyo a Uribe y a Colombia (notable que el senador McCain haya sido informado por Uribe de la operación de rescate la noche anterior en Cartagena), y vergüenza eterna para Al Gore (que se negó a compartir el podium con Uribe en reciente conferencia en Miami) y para los congresistas del Partido Demócrata (especialmente Nancy Pelosi y Barack Obama) que se han opuesto al TLC entre Estados Unidos y Colombia. Pierden también la mayoría de los dirigentes europeos, especialmente Sarkozy, que exigían un “canje humanitario” (eufemismo que esconde el hecho de que se pedía liberar a criminales que podían seguir sembrando la muerte) y se oponían en general a la política de “seguridad democrática” de Uribe y en particular a cualquier posibilidad de rescate militar.

3. CHILE SIN LIDERAZGO. Mientras Colombia y Perú progresan a pasos agigantados, gracias a sus reformas ya maduras de libre mercado y a los actuales liderazgos de álvaro Uribe y Alan García, Chile retrocede y retrocede (en “valor presente país”) desde hace 18 años (aunque la anestesia del “poco a poco” satisface al complaciente y miope establishment nacional). Como las excepcionales modernizaciones del período de oro 1975-81 dejaron al Nuevo Chile a años luz del Viejo Chile, y de los demás países de la región, quizá falta mucho por caer antes de que la decadencia sea evidente y posibilite una rectificación profunda. Pero ya comienzan a emerger varios síntomas tempranos: corrupción “bacheletista-aliancista” cada vez que se levanta una piedra, crecimiento mediocre por una década pese a condiciones externas altamente favorables, retorno de viejos fantasmas que habían sido ahuyentados con enorme esfuerzo (inflación creciente, gasto fiscal explosivo, subsidios por doquier a grupos de presión y nichos electorales) y muchos otros. La gran causa que nadie se atreve a denunciar: políticos, de todos los colores, carentes de toda convicción más allá de mantenerse o llegar al poder a cualquier costo y con cualquier conducta, incluso aquella del oportunismo descarado y la demagogia corrosiva. Aunque cansado de repetirlo desde el comienzo de los 90, lo reitero una vez más: “No se puede pretender tener una economía del Primer Mundo con una política del Tercer Mundo. Chile necesita verdaderos liderazgos. En el país hay mucho político dispuesto a poner la vela donde sopla el aire y ninguno que intenta que el aire sople donde pone la vela. El oportunismo es la negación más categórica del liderazgo. El verdadero líder es quien se atreve a ir delante de los demás en la dirección que cree correcta. Que lo sigan o no lo sigan es un riesgo, y puede tener costos personales, pero no sólo es la única opción honorable sino que también es la única que, a la larga, le hace bien a Chile”.
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