(Nilton Torres/La República, 20 de mayo de 2007)
Bernardo García Oquendo • Esta es una historia singular. La de uno de los fundadores del Partido Aprista Peruano que enfrentaron a la dictadura de Sánchez Cerro y que peleó contra el franquismo en el Ejército Republicano Español.
Eran los últimos años de la Guerra Civil Española. Las fuerzas del franquismo habían acorralado a los republicanos y muchos soldados y oficiales de este bando, opositor al generalísimo Francisco Franco, trataban de seguir resistiendo. Manuel Valcárcel Mateo, un español y ex oficial del ejército republicano que hoy vive en Chile, recuerda que estaba con su tropa cerca de la frontera entre Cataluña y Francia, cuando fue testigo de un hecho que nunca olvidó. Mientras cruzaba un camino dentro de un jeep observó a un joven oficial republicano conminando a un grupo de soldados a recoger los fusiles que estos habían arrojado al suelo con la clara intención de desertar.
Era un capitán que, revólver en mano, increpaba a su tropa. Tal fue su determinación que los soldados recogieron sus armas y siguieron a su oficial. Este hombre se llamaba Bernardo García Oquendo, un peruano enrolado en las Brigadas Internacionales que combatieron al ejército de Franco y uno de los fundadores del Apra que tuvieron que exiliarse luego de que este partido fuera proscrito en los años 30.
Era un capitán que, revólver en mano, increpaba a su tropa. Tal fue su determinación que los soldados recogieron sus armas y siguieron a su oficial. Este hombre se llamaba Bernardo García Oquendo, un peruano enrolado en las Brigadas Internacionales que combatieron al ejército de Franco y uno de los fundadores del Apra que tuvieron que exiliarse luego de que este partido fuera proscrito en los años 30.
Un hombre singular
Manuel Valcárcel le contó esta historia al periodista Iván García Meyer, nieto de Bernardo, quien junto a su padre, Iván García Cabrejos, han reconstruido con anécdotas como esta, y también de cartas, recortes de periódicos y fotografías familiares, la historia de este hombre singular que murió un día como hoy, 20 de mayo, en 1947, dejando un legado y una lección de vida que sus herederos quieren compartir.
Aprista primigenio
Bernardo García Oquendo nació en Lima el 30 de enero de 1908. Hijo de Alfredo García y Edelmira Oquendo, creció en el barrio del Rímac y desde muy joven la política lo sedujo, sobre todo las ideas de la izquierda democrática. Formó una familia con su novia de la infancia, Adriana Cabrejos, con quien tuvo dos hijos, Iván y Adrianita, pero sus responsabilidades de padre y esposo no minaron su inquietud política, la que finalmente lo llevó a conocer a Víctor Raúl Haya de la Torre. García Oquendo simpatizó de inmediato con el pensamiento de la incipiente Alianza Popular Revolucionaria Americana, el Apra, y cuando este grupo se constituye oficialmente como partido político para participar en las elecciones del año 1931, es uno de los primeros en inscribirse.
Haya de la Torre enfrentó a Luis M. Sánchez Cerro en las urnas, y este último ganó la elección en medio de denuncias de fraude. El Apra se convirtió entonces en el principal opositor de un gobierno abiertamente autoritario.
Bernardo, junto con Manuel "El Cachorro" Seoane, Hugo Otero, Manuel Solano, Luis Alberto Sánchez, y otros apristas ilustres, fundan el diario La Tribuna, y desde allí fustigan a la dictadura.
El 23 de marzo de 1932, Sánchez Cerro sufre un atentado y Bernardo García junto con Juan Seoane y José Melgar son detenidos y sometidos a corte marcial por el hecho, pasando un tiempo en prisión para salir luego por falta de pruebas.
Tras la muerte de Sánchez Cerro, en 1933, el hostigamiento contra los apristas se mantiene y Oscar R. Benavides, el nuevo mandatario, ordena una persecución implacable. A partir de ese momento Bernardo García empieza a vivir en la clandestinidad. En esa condición de prófugo de la dictadura, se convierte en secretario de correspondencia de Víctor Raúl, un cargo de confianza, y así consta en la credencial que conserva su familia hasta hoy.
En 1934, Manuel Seoane, Bernardo García y otros apristas son descubiertos por las fuerzas de seguridad de Benavides y en el enfrentamiento muere el agente Carlos Arce. Nuevamente García y sus compañeros son llevados a juicio y son absueltos por falta de pruebas, pero la situación ya era insostenible para Bernardo, quien finalmente, en 1935, fue deportado a Panamá.
Haya de la Torre enfrentó a Luis M. Sánchez Cerro en las urnas, y este último ganó la elección en medio de denuncias de fraude. El Apra se convirtió entonces en el principal opositor de un gobierno abiertamente autoritario.
Bernardo, junto con Manuel "El Cachorro" Seoane, Hugo Otero, Manuel Solano, Luis Alberto Sánchez, y otros apristas ilustres, fundan el diario La Tribuna, y desde allí fustigan a la dictadura.
El 23 de marzo de 1932, Sánchez Cerro sufre un atentado y Bernardo García junto con Juan Seoane y José Melgar son detenidos y sometidos a corte marcial por el hecho, pasando un tiempo en prisión para salir luego por falta de pruebas.
Tras la muerte de Sánchez Cerro, en 1933, el hostigamiento contra los apristas se mantiene y Oscar R. Benavides, el nuevo mandatario, ordena una persecución implacable. A partir de ese momento Bernardo García empieza a vivir en la clandestinidad. En esa condición de prófugo de la dictadura, se convierte en secretario de correspondencia de Víctor Raúl, un cargo de confianza, y así consta en la credencial que conserva su familia hasta hoy.
En 1934, Manuel Seoane, Bernardo García y otros apristas son descubiertos por las fuerzas de seguridad de Benavides y en el enfrentamiento muere el agente Carlos Arce. Nuevamente García y sus compañeros son llevados a juicio y son absueltos por falta de pruebas, pero la situación ya era insostenible para Bernardo, quien finalmente, en 1935, fue deportado a Panamá.
A la Guerra Civil
En Panamá, García Oquendo estuvo sólo algunos meses y gracias a contactos familiares consiguió un trabajo en España, embarcándose a Barcelona en 1935. Allí empezó a trabajar en Perfumerías Dana, a la par que ejercía como corresponsal de Ercilla, la revista aprista que publicaban en Chile sus compañeros exiliados. Era un momento de mucha tensión en la península y los rumores de una rebelión crecían. En julio de 1936 el general Francisco Franco se levanta en Marruecos dando inicio a la Guerra Civil Española, conflicto del que, idealista como era, Bernardo toma partido en el bando de los republicanos, y se enlista en la Brigada Internacional. Como oficial participó en importantes batallas como las de Teruel, Belchite, Aragón, el Ebro, Huesca, Monte de Escandón. En 1938, apelando a su doble nacionalidad, Bernardo ingresa al Ejército Republicano, y alcanza el grado de capitán, pero a pesar de su esfuerzo y el de sus compañeros, las fuerzas fascistas les infligen sucesivas derrotas. Tras el triunfo de Franco, García Oquendo, junto con otros combatientes civiles y militares, cruza la frontera de Francia y en este país es recluido en un campo de refugiados. Para entonces, 1939, su amigo aprista Nicanor Mujica estaba en París y pide al embajador de Chile en Francia, el poeta Pablo Neruda, que incluya a Bernardo García entre los chilenos que serán repatriados, ya que al Perú no podía volver por la persecución a los apristas. Fue así como Bernardo García volvió a América y se estableció en Santiago compartiendo el exilio con sus amigos de siempre, el Cachorro Seoane, Armando Villanueva y Hugo Otero. La nostalgia por la familia lo embargaba pero no podía hacer nada para volver al Perú. Durante este periodo en Chile, las viejas heridas de guerra le pasan factura y un sarcoma canceroso en la columna vertebral empieza a mellar su salud. En marzo de 1947, y con Luis Bustamante y Rivero como presidente, por fin pudo retornar al país. El reencuentro con su esposa e hijos fue emotivo, pero ya no le quedaban muchas fuerzas. García muere el 20 de mayo. Tenía 39 años.
En Panamá, García Oquendo estuvo sólo algunos meses y gracias a contactos familiares consiguió un trabajo en España, embarcándose a Barcelona en 1935. Allí empezó a trabajar en Perfumerías Dana, a la par que ejercía como corresponsal de Ercilla, la revista aprista que publicaban en Chile sus compañeros exiliados. Era un momento de mucha tensión en la península y los rumores de una rebelión crecían. En julio de 1936 el general Francisco Franco se levanta en Marruecos dando inicio a la Guerra Civil Española, conflicto del que, idealista como era, Bernardo toma partido en el bando de los republicanos, y se enlista en la Brigada Internacional. Como oficial participó en importantes batallas como las de Teruel, Belchite, Aragón, el Ebro, Huesca, Monte de Escandón. En 1938, apelando a su doble nacionalidad, Bernardo ingresa al Ejército Republicano, y alcanza el grado de capitán, pero a pesar de su esfuerzo y el de sus compañeros, las fuerzas fascistas les infligen sucesivas derrotas. Tras el triunfo de Franco, García Oquendo, junto con otros combatientes civiles y militares, cruza la frontera de Francia y en este país es recluido en un campo de refugiados. Para entonces, 1939, su amigo aprista Nicanor Mujica estaba en París y pide al embajador de Chile en Francia, el poeta Pablo Neruda, que incluya a Bernardo García entre los chilenos que serán repatriados, ya que al Perú no podía volver por la persecución a los apristas. Fue así como Bernardo García volvió a América y se estableció en Santiago compartiendo el exilio con sus amigos de siempre, el Cachorro Seoane, Armando Villanueva y Hugo Otero. La nostalgia por la familia lo embargaba pero no podía hacer nada para volver al Perú. Durante este periodo en Chile, las viejas heridas de guerra le pasan factura y un sarcoma canceroso en la columna vertebral empieza a mellar su salud. En marzo de 1947, y con Luis Bustamante y Rivero como presidente, por fin pudo retornar al país. El reencuentro con su esposa e hijos fue emotivo, pero ya no le quedaban muchas fuerzas. García muere el 20 de mayo. Tenía 39 años.
Legado de lucha
Iván García Cabrejos dice que a pesar de no haber conocido mucho a su padre, su legado e idealismo lo marcaron como un hierro candente. Él también se convirtió en un activo militante aprista, fue encarcelado durante el gobierno de Odría, pasó 10 años de exilio en Brasil, pero a mediados de los años ochenta, en democracia, se convirtió en Ministro de Industria del primer gobierno de Alan García.
"Bernardo ha sido un ejemplo en mi vida. Fue un hombre honesto que se fue del país porque no tenía otra opción y creo que es tiempo que los peruanos y la historia sepan quién fue este hombre que luchó contra el abuso en su país, y fuera de él. Un gran ejemplo de vida", dice don Iván sosteniendo en sus manos los galones de capitán, aún pegados a un trozo de tela del uniforme que llevó su padre. Un trozo de tela que fue testigo de cómo aquel joven del Rímac enfrentó el abuso y el autoritarismo sin importar de dónde viniera este. Ese es su ejemplo.
Datos
"Bernardo ha sido un ejemplo en mi vida. Fue un hombre honesto que se fue del país porque no tenía otra opción y creo que es tiempo que los peruanos y la historia sepan quién fue este hombre que luchó contra el abuso en su país, y fuera de él. Un gran ejemplo de vida", dice don Iván sosteniendo en sus manos los galones de capitán, aún pegados a un trozo de tela del uniforme que llevó su padre. Un trozo de tela que fue testigo de cómo aquel joven del Rímac enfrentó el abuso y el autoritarismo sin importar de dónde viniera este. Ese es su ejemplo.
Datos
DEL RÍMAC. Bernardo García nació en Lima el 30 de enero de 1908 y vivió en la rimense calle Marañón.
EN PRISIÓN. Compartió reclusión en el Panóptico (antigua cárcel de Lima) junto con Serafín del Mar, José Melgar y Juan Seoane, según el libro de este último, "Hombres y rejas".
HOMENAJE. Muere el 20 de mayo de 1947. Su sepelio fue presidido por el propio Víctor Raúl Haya de la Torre, quien ofreció un sentido discurso en memoria del amigo.
EN PRISIÓN. Compartió reclusión en el Panóptico (antigua cárcel de Lima) junto con Serafín del Mar, José Melgar y Juan Seoane, según el libro de este último, "Hombres y rejas".
HOMENAJE. Muere el 20 de mayo de 1947. Su sepelio fue presidido por el propio Víctor Raúl Haya de la Torre, quien ofreció un sentido discurso en memoria del amigo.
Fotos/leyendas (de arriba a abajo)
1. Un peruano que combatió al ejército de Franco. Bernardo García Oquendo fue uno de los fundadores del Apra y perteneció a este movimiento hasta que se exilió a Europa.
2. Periodistas. La plana mayor del diario La Tribuna. Manuel Solano, Hugo Otero, Bernardo García, Serafín del Mar, Alcides Espelucín, Luis Alberto Sánchez, Manuel Seoane, Luis López Aliaga, y otros.
3. Confianza. Credencial que da fe de la confianza entre Haya y García Oquendo.
4. Historia. Arriba derecha. El famoso fotógrafo Robert Capa fue testigo de los avatares de la Guerra Civil española, y en una de sus fotos retrató al joven oficial García Oquendo (el segundo desde la derecha). Abajo derecha. Durante la corte marcial que se le siguió por el atentado contra la vida del dictador Sánchez Cerro. Izquierda. Una foto dedicada por Haya de la Torre. "Para Bernardo, hermano de toda la vida. 1944".
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