Por el c. Mauricio Mulder
Secretario General del P.A.P.
Congresista de la Republica
Como siempre sucede en el Perú, todo tipo de opiniones encontradas, desde los ditirambos más febriles hasta las imputaciones más insultantes, rodean el nombramiento de un ministro o más aún de un presidente del Consejo de Ministros. Yehude Simon no es la excepción, sobre todo si en términos nacionales se trata de un político que debuta en las ligas superiores, saliendo del ámbito regional, el cual, para sus confesadas pretensiones, jamás habría de haberle servido para alcanzar el nivel que hoy ostenta.
Tomando en cuenta que su presencia es la consecuencia de un escándalo no previsto y que la caída del gabinete anterior no estaba calculada, la propuesta presidencial de convocarlo toma capital importancia, porque demuestra consecuencia con lo que ha sido el accionar de estos dos años de gobierno: hay que mirar a las provincias para encontrar los destinos nacionales. La presencia de Simon deja sin aliento y sin reflejos a los líderes nacionales del nivel de una candidatura presidencial y los desubica en su actual estrategia, que, como ya habíamos señalado aquí, obedecía al simplismo rupestre de creer que se acumulaba adherencias con el simple prurito de correrse al centro. Hoy, con Simon en el premierato, esta estrategia se cayó definitivamente al suelo.
Simon es llamado esencialmente por ser un líder de provincia. Hoy, aunque todavía nadie quiera asumirlo, el poder político y el económico del país está cada vez más concentrado en las regiones y cada vez menos en Lima, y la política por lo tanto debe reflejarlo.
También obedece su llamado a que es una persona predispuesta esencialmente a luchar contra la corrupción. No hay que perder de vista que si estos cambios se han dado, ha sido por el excepcional impacto que provocaron los vergonzosos audios, que, de más está decirlo, han golpeado al gobierno y al partido. Pero ambos, gobierno y partido, con deslindes precisos e inmediatos y con el concurso del grueso de sus integrantes, ciudadanos honestos, comprometidos con el pueblo y apegados a la humildad y a la moral, sin duda sabrán asimilar el golpe y fortalecerse en consecuencia.
Por eso para el Partido Aprista no es problema que otros peruanos honestos y de buena voluntad se sumen a la obra del gobierno. Todos los que han hecho de la justicia social su norte y tienen vocación democrática por encuita de todo, tienen en nosotros un poderoso aliado. Esa es la esencia de la democracia
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