Por Fernando Vivas
Periodista
La megacomisión que preside Sergio Tejada nació con un soplo al corazón, un maximalismo antiaprista que empantana sus grandes hallazgos. Su gran error es pretender –según vimos en documentos filtrados y no del todo desmentidos– inhabilitar al único candidato viable del Apra.
¿Por qué lo digo? ¿Para salvar a Alan? No, qué va. Lo digo porque al apuntar a García con temprana angurria, brincando a conclusiones, la megacomisión desnudó su filo político y activó los mecanismos de defensa del Apra pulidos en décadas de persecución y nada santos. El partido, que atravesaba crisis internas, se afirmó como un sólido bloque. Las diferencias entre sus cuadros mayores como Jorge del Castillo, Mauricio Mulder y Javier Velásquez Quesquén se esfumaron y ahora los vemos, codo a codo, arremeter contra el Gobierno. Su pequeñita bancada se erizó y es motorcito de interpelaciones y hasta de la actual crisis de confianza del Gabinete.
En cambio, creo que si Tejada se concentraba en apuntar a cuadros intermedios, como Aurelio Pastor, no hubiera tenido esa respuesta en bloque. La militancia sana se hubiera debatido entre la lealtad a sus ovejas negras y las ganas de ajustarles cuentas. La megacomisión –sin que ese sea su papel– hubiera contribuido con la limpieza del partido más grande del país. Y en ese trance higiénico, los propios apristas hubieran delatado, quizá con mayor nitidez que las hipótesis del equipo de Tejada, hasta dónde puede estar implicado García en el gravísimo entuerto de los ‘narcoindultos’.
Si apuntaba más abajo, quizá la megacomisión se hubiera ahorrado el escándalo de ‘Brasil’, ese ex presidiario probablemente sembrado para que Tejada se entusiasmara con su testimonio acusador y luego sea burlado con su retractación. Por cierto, ese caso revelaría que el Apra tiene un aparato capaz de montar turbias y complejas intrigas, sin implicar directamente a sus militantes. ¿Pero hubiera tenido luz verde la operación ‘Brasil’ si el partido no estuviera aterrado ante la inhabilitación de su única vía para volver al poder?
Por todo lo anterior, insisto en que la megacomisión metió la pata al asociar, tan rápido, el verbo ‘inhabilitar’ a García. Al hiperpolitizar su rol fiscalizador, perdió el prestigio de instancia anticorrupción y entró de lleno a la bronca. Esta regresión la vimos la semana pasada cuando el antiaprismo calato fue asaltado por la bufalada vociferando detalles de la intimidad de Tejada y su presunta hija no reconocida.
Inhabilitar, revocar, tachar, vetar, censurar, son el grado cero de la política. Son herramientas que, por lo general, no resuelven nada, pues se revierten con facilidad y nos devuelven a un estado anterior del problema. La inhabilitación está viciada por el ánimo confrontador del oficialismo, que se nutre del aplauso de la izquierda y del tercio nacional antiaprista,
No soy antiaprista ni aprista, y estoy harto de esta refriega de todos los días. El antiaprismo fanático no atina a ver que al perseguir a Alan lo blinda, porque el Apra depone sus diferencias internas y se convierte en un acorazado al que no le importa la estabilidad del país con tal de salvar a su candidato. En cambio, apuntando a sus flancos débiles, contribuimos a la limpieza del partido y, por extensión, de toda la política.
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