Escribe: ENRIQUE VALDERRAMA
Cuando el Nacionalismo llega al poder encuentra un país con ingentes reservas, abierto al mundo y creciendo al 8%. Dado ese escenario, los Humala podían plantearle al país la meta que hubiesen querido: hacerlo soñar con entrar al primer mundo, con erradicar completamente la desnutrición infantil, con arrinconar a la pobreza o con duplicar el nivel de la educación pública.
Lamentablemente, sus primeros reflejos una vez instalados en Palacio sólo los condujeron a una inquietud: “¿cómo nos quedamos?” Por esos días empezaba ya el ocaso de Hugo Chávez y había que buscar métodos más sutiles, por lo que decidieron ensayar la salida del kirchnerismo a la peruana: sobreexposición del cónyuge para mantenerlo como candidato permanente, a fin de conservar el poder vía la alternancia marital. Optaron, pues, por tratar de imponerle al Perú el esquema de la “reelección conyugal”.
De ahí a identificar como el principal escollo al APRA y a Alan García para arribar al éxito de la estrategia continuista hubo sólo un pequeño paso. Lo dieron, promoviendo a un joven ambicioso, y sin ninguna trayectoria pública, y lo convirtieron en un leal y servil sicario político que tocó la “gloria” al presidir la Mega Comisión. Tras cada paso en falso en la estrategia del ambicioso Tejada, esta se volvía una prioridad mayor para los Humala. Se obsesionaron con inhabilitar a Alan García y fueron perdiendo de vista los magros indicadores sociales de su gestión, la desaceleración de la economía y el aumento alarmante de la inseguridad. Debido a ello, el apoyo popular se diluyó, reduciéndose en los últimos doce meses a la tercera parte.
Pero su obsesión inhabilitadora no sólo les hizo perder el norte sino que empujó al bisoño Tejada, su sicario de primera línea, a incurrir en violación al debido proceso. Dos sentencias previas dieron clarinadas de alarma, el inexperto y servil Sergio no les prestó atención, sólo tenía cabeza para sacar adelante un informe negativo a García, aunque fuera ilegalmente. El resultado ya es conocido: todo ha sido declarado nulo por no respetar el debido proceso. Ayer, el “líder” de la Mega Comisión llama a la democracia –de la cual es representante– “democracia criolla”; al parecer la frustración le ha resucitado un lenguaje estalinista y reaccionario. Desde su Twitter, Tejada, en actitud poco republicana, petardea al Poder Judicial. En ello también incurren Humala y Fredy Otárola quienes, a pesar de presidir los poderes Ejecutivo y Legislativo, presionan a la justicia peruana sólo porque ésta última hizo respetar los derechos fundamentales de un ciudadano, ex presidente de la República, además. Al parecer no les va a quedar alternativa mejor que curarse esa extraña patología que se expresa en la obsesión inhabilitadora de Alan García.
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