miércoles, mayo 06, 2015

91 Aniversario de la fundación del APRA

El 7 de mayo de 1924, en el Salón de Actos del Museo Nacional de México, el presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, Víctor Raúl Haya de la Torre, entonces exiliado por la dictadura de Leguía, entregó al recién elegido Presidente de la Federación de Estudiantes de México, Lelo de Larrea, una bandera roja con la silueta del continente indoamericano en oro.



Al momento de entregar dicha bandera, mediante un breve discurso, Haya de la Torre llamó a la juventud estudiosa y trabajadora del continente a unirse para alcanzar el noble ideal de una América unida, libre y justa.

Este acto simbólico señaló el punto de partida de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA, como fuerza popular y democrática de envergadura continental.

Algunos detractores reprochan que dicha ceremonia no fue un acto formal de fundación del APRA ni fue suscrito un manifiesto con las siglas y consignas apristas. No se firmaron actas ni manifiestos, pero se forjó una alianza que gradualmente, al calor de la lucha antiimperialista directa fue tomando forma y expresión genuina.

La generación que hizo suya la bandera de 1924 luego forjó su propia identidad política dentro de los grandes lineamientos formulados por Haya de la Torre. Es una generación poblada de importantes pensadores, periodistas, organizadores políticos e incluso presidentes. Entre ellos se cuentan Jesús Silva Herzog en México; Carlos Prío Socarrás y Enrique de la Osa en Cuba; Rómulo Gallegos y Rómulo Betancourt en Venezuela; Germán Arciniegas en Colombia; José María Figueres y Luis Alberto Monge en Costa Rica; Juan José Arévalo en Guatemala; Óscar Schnake en Chile; Gabriel del Mazo y Américo Ghioldi en Argentina, entre muchos otros.

Hoy en día, 89 años después, ese gran ideal de una América unida, justa y libre sigue pendiente, bajo los mismos lineamientos que nos legara Haya de la Torre.

DISCURSO DE HAYA DE LA TORRE
AL HACER ENTREGA A LA
FEDERACION DE ESTUDIANTES DE MÉXICO
DE LA BANDERA DE LA «NUEVA GENERACION INDOAMERICANA»
EL 7 DE MAYO DE 1924

El afán de unidad de los pueblos de nuestra raza fue en Bolívar ensueño precursor, más tarde, tema de discursos diplomáticos, y ahora fe, credo, señuelo de lucha de nuestra generación. Con orgullo podemos afirmar, que nada ha sido más eficaz al propósito generoso de fundir en uno solo a los veintiún pueblos indoamericanos -dispersos por el nacionalismo estrecho de las viejas políticas-, que la obra de las juventudes. Hemos creado, sobre la fría y restringida relación de las cancillerías imitadoras de Europa, una solidaridad más amplia, en la alegría, en el dolor, en la noble inquietud.

         El lírico intento de ayer, es hoy conciencia honda, proyectada en decisión, en ímpetu puro de idealidad y de empeño. No sólo queremos a nuestra América unida, sino también a nuestra América justa. Sabemos bien que nuestro destino como raza y como grupo social, no puede fraccionarse: formamos un gran pueblo, significamos un gran problema, constituimos una vasta esperanza.

         La unidad de nuestra América no es ahora política, porque la política de nuestros estadistas de Liliput jamás miró más allá de las fronteras arbitrarias de las patrias chicas. Pero, no es audacia afirmarlo, es ya espiritual, por obra de las vanguardias del pensamiento libre de todos los pueblos que han sabido crear vigorosos lazos perdurables.

         Esta bandera que yo os entrego, camaradas estudiantes mexicanos no presume originalidades recónditas. Es vuestro blasón vasconceliano de la Universidad de México, hecho pendón, oriflama, ala de esperanza. La juventud indoamericana que tiene ya un alma fuerte, que entona un himno unánime, adivinaba en el escudo de vuestra casa universitaria el intento simbólico de la enseña del futuro, que saludaremos un día en todos los rincones de América.

         La tenéis aquí: el rojo dirá de las aspiraciones palpitantes de justiciaque en esta hora admirable del mundo inflama la conciencia de los pueblos, y que nuestra generación proclama con la nueva humanidad; nos habla también del amor, convívito con la justicia. Sobre el ancho campo, la figura en oro de la nación indoamericana, señala las tierras vastas que, unidas y fuertes, brindarán hogar sin desigualdades a todos los hijos de la raza humana.

         Aceptadla porque es nuestra. Flameará primero sobre las soñadoras muchedumbres de las juventudes que van abriendo el camino, y más tarde serán los pueblos comprendedores de los ideales bellos y justos, los que la agiten en el tumulto estremecido de sus luchas. Os la entrego, camaradas estudiantes de México, porque sois vosotros los que desde esta tierra heroica, que hoy mira atenta y devota nuestra América, tenéis derecho a llevarla. Porque sois hijos del pueblo que más gallardamente defendió la libertad de la raza; porque de vuestra propia sangre surgió el ejemplo de una nueva sociedad igualitaria y en avance.

         Olvidaos de quien os la dio, pero recordad siempre que es enseñanza de juventud, de justicia y de unión.
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