Antropólogo, consultor, activista.
Cuando surgió y tomó fuerza el movimiento anti minero en el Perú durante el gobierno de Alejandro Toledo muchos nos equivocamos al pensar que se trataba de un movimiento ideologizado de izquierda. De hecho, también nos equivocamos al pensar que la fuerza de Ollanta Humala respondía a un respaldo de un sector del pueblo a ideas marxistas o de reforma social. En la práctica podemos constatar que el movimiento anti minero no es de izquierda, es más bien de reivindicación regional frente a lo que se percibe como injerencia extranjera y/o limeña. De allí que no exista oposición alguna a la minería informal que está destruyendo el agro peruano, pero sí existe una organizada fuerza contra la minera mexicana Southern y el proyecto Tía María ya con varios muertos de por medio.
Es digno recordar que hasta el 2006 Humala se paseaba por el país con el discurso etnocacerista de reivindicar un supuesto pasado glorioso en contra de la república, que en su discurso era limeña, centralista, excluyente y contraria al mundo andino; Humala perdió esa elección en gran parte porque la costa peruana no se identificaba con ese discurso. Para el año 2011 Humala viró la estrategia y captó a intelectuales de izquierda marxista para que elaboraran un discurso progresista que le ayudó a blanquearse frente a ese 5% que necesitaba para ganar en segunda vuelta. Los comunistas y ecologistas le cayeron como anillo al dedo, y mientras en las regiones se movilizaba un sentimiento puramente regionalista los voceros vestidos de verde, rojo y rosado le hicieron creer a una parte del Perú que el problema era “el modelo económico” y el “sistema neoliberal”. No importaba que el gobierno aprista haya hecho la mayor inversión pública en la historia, fueron efectivos en hacerle creer al pueblo que el Estado se olvidaba de la gente.
Humala ya en el poder se dio cuenta que no se puede gobernar con las propuestas demagógicas que daba en cada región, porque cuando uno es presidente lo es del Perú y no de una confederación de pequeñas repúblicas. Así mismo, vemos como los promotores de las protestas son las propias autoridades que acaban de ganar las últimas elecciones con el mismo discurso casi fascista del regionalismo radical. La esperanza todavía está en que el próximo año se imponga un gobierno de ancha base con una visión unitaria de país, porque si algo hemos aprendido en 5 años es que los caudillos regionalistas sólo sirven para la movilizar a la turba, pero no para gobernar una república.
Pdta: Al margen del argumento, la real politik afirma que Tia María ya no va.
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