Alan García no ha sido el mejor presidente que ha tenido el Perú, pero es el político más hábil y, de lejos, el mejor y más experimentado candidato. Hoy por hoy, si las cosas siguieran como están en este momento, probablemente es el que más posibilidades tiene de ganar las elecciones del 2016. Naturalmente, muchas cosas cambiarán todavía en los próximos meses. En nuestro país es imposible predecir con certeza un resultado con tanta anticipación.
Algunos no le dan opción porque marcha tercero en las encuestas, y solo tiene una cuarta parte de la intención de voto de Keiko Fujimori. Pero eso va a cambiar, como siempre ocurre en el Perú, donde no existen prácticamente partidos políticos sino caudillos.
Hasta ahora, el único que tiene una estrategia definida y un tema central de campaña claramente establecido es García.
Su estrategia consiste en demoler a Pedro Pablo Kuczynski (PPK), que se presenta como el obstáculo para ingresar a la segunda vuelta, y en la final enganchar al electorado desde el centro hasta la izquierda movilizando el fuerte antivoto fujimorista.
Su tema principal de campaña son las obras, las supuestas 150.000 obras que dice se efectuaron durante su segundo gobierno. En realidad, por lo menos desde el 2010 García ya tenía claro que esa sería su carta de presentación para el 2016. Si se revisan sus discursos y el énfasis que ponía en las obras, no era difícil pronosticar que lo iba a usar para intentar convertirse en el único presidente que ha gobernado tres veces ganando elecciones democráticas.
García tiene las posibilidades de lograr su primer objetivo, demoler a PPK. Es mucho más diestro en el ataque y en sacar partido de los errores del adversario, como lo ha demostrado en las últimas semanas en algunas pequeñas escaramuzas.
Muy importante, García tiene un equipo no muy grande, pero con larga experiencia en estos menesteres. No solo son mañosos, sino que no tienen miramiento ni recato para atacar y destruir, usando verdades y mentiras por igual. Trabajan, además, coordinadamente siguiendo las instrucciones del jefe.
Hasta el momento PPK carece de un grupo similar de operadores políticos que puedan resistir el embate del rodillo aprista, menos aun para contraatacar y desgastar a su rival. Si el que va a asumir esa función de defensa y ataque es el mismo PPK, es obvio que lo van a triturar. Ni siquiera va a poder transmitir su mensaje con claridad.
Probablemente, PPK sería un mejor presidente que García, pero este es, largamente, un mejor candidato.
Probablemente, PPK sería un mejor presidente que García, pero este es, largamente, un mejor candidato.
En el caso de Keiko Fujimori, hasta ahora tiene un lugar sólido en las encuestas y todos los analistas pronostican que estará en la segunda vuelta. A diferencia de PPK, sí tiene un equipo de operadores, no tan experimentado como el aprista, pero sí lo suficientemente numeroso y agresivo como para enfrentar a los mastines de Alan.
Fujimori tampoco carece de habilidad, aunque algunos la subestiman. Estando en la oposición, ha mantenido intacta y agrupada su bancada parlamentaria, cosa que, por ejemplo, Nadine Heredia no ha podido hacer con la suya a pesar de hallarse en el gobierno. El hecho de estar bien posicionada hoy en la carrera electoral también implica un mérito.
No obstante, tiene un problema fundamental, al igual que PPK: no tiene una campaña electoral. Ambos poseen, al parecer, un círculo íntimo de personas en las que confían y que son las que, finalmente, manejan las campañas. El asunto es que esas personas quizá conocen algo de política, pero no saben de elecciones, que es, aunque los candidatos no lo entienden, una especialidad muy difícil de aprender y aplicar.
En el 2001 y el 2011 ganaron las campañas diseñadas por expertos que sabían hacer su trabajo. Ollanta Humala, un candidato mediocre, se impuso gracias a la excelente campaña que realizaron los brasileños. En el 2006 ganó García, que en términos electorales es un fuera de serie.
Así, Keiko Fujimori corre el peligro de convertirse, como dicen ya sus ácidos críticos, en otra Lourdes Flores, la eterna segundona a la que el pan se le quema siempre en la puerta del horno.
No obstante, todavía Fujimori y PPK tienen tiempo para hacer lo necesario. No mucho porque, como saben los expertos, el tiempo es lo único inamovible en la campaña.
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