jueves, octubre 24, 2019

CHILE NO ES "DESCONTENTO SOCIAL", ES UN GOLPE DE LA IZQUIERDA INTERNACIONAL

Por Vanesa Vallejo

Que quede claro lo evidente: la mayoría de los chilenos está en su casa esperando que regrese el orden, no están en las calles destruyendo el metro, incendiando, y matando gente.

Las similitudes entre lo que ocurre hoy en Chile y lo que sucedió en el Caracazo son innegables. Otra vez la izquierda se lanza a la yugular del capitalismo en la región.

La región metropolitana de Santiago de Chile y otras cuatro regiones más están en estado de emergencia. En la capital, además, se ha decretado toque de queda durante la noche.

Las imágenes de lo que sucede parecen sacadas de una película de terror. Han quemado estaciones de metro, buses, incendiaron edificios con gente adentro, saquearon empresas y comercios. Van ya más de 10 muertos y decenas de heridos por cuenta del terrorismo urbano que incendia el país.

«Estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite», dijo este domingo el presidente de Chile Sebastián Piñera.

Tiene razón en todo el mandatario. Lo que ocurre en Chile no se trata de un grupo de jóvenes descontentos. No hablamos de -como aseguran algunos medios de comunicación- un movimiento espontáneo de gente que quiere un mejor país y salió a las calles a gritarlo. Chile enfrenta un enemigo poderoso: el comunismo internacional.

¿Es posible que una persona de bien, un ciudadano del común, un día se enoje porque le suben 30 pesos chilenos (0.041 USD) el precio del metro y salga a quemar edificios con gente adentro?

¿Cree alguien razonable que en el país más próspero de la región, que a nivel mundial está entre los líderes en reducción de la pobreza, que tiene cifras de bienestar destacadas a niveles de los países más desarrollados del mundo, espontáneamente la gente sale a robar y a destruir lo que encuentra a su paso, incluso matando?

¡Por supuesto que nada de esto es espontáneo! La gente del común no se enoja y quema edificios con personas adentro. No le suben 30 pesos el transporte y sale a destruir estaciones y quemar vagones.

Es necesario echar abajo el ridículo discurso de los grandes medios de comunicación que llaman «protesta» al terrorismo urbano que tiene a Chile en llamas. Es imperioso dejar claro que no hay tal cosa como un «descontento social» en la mayoría de los chilenos. Hablamos de células comunistas organizadas y dirigidas desde afuera.

Esto que ocurre en Chile no es una cuestión nueva. El socialismo -que siempre ha sido internacionalista- tiene procedimientos de manual sobre cómo lograr que minorías entrenadas -terroristas armados- utilicen a sectores de la población que no comprenden el alcance real de los hechos para causar caos y dar la impresión de un «descontento social generalizado».

Respecto a esto, es pertinente ahora recordar lo que fue el «Caracazo». El 27 de febrero de 1989 en Venezuela iniciaron unas «protestas» que rápidamente escalaron hasta dejar a Caracas envuelta en un caos total. La similitud de las imágenes de Santiago de Chile hoy, con las del Caracazo, es impactante. Incendios, centenares de muertos y locales saqueados fue lo que vivieron los venezolanos en ese momento.

El Caracazo fue la génesis práctica de la revolución bolivariana, así lo reconocen diferentes historiadores izquierdistas. Lograron que muchos creyeran que un país que tenía muy buenas cifras en materia económica estaba mal. Consiguieron dejar en la opinión pública la idea de que había un «descontento social» generalizado. Y dejaron a un presidente sumamente debilitado, que termino echándose para atrás y sentándose a «dialogar» con la oposición.

Igual que sucede ahora en Chile, en ese momento muchos medios venezolanos hablaban de protestas espontáneas y no de terrorismo. Aseguraban que la causa era el descontento que provocaron unas medidas económicas anunciadas por el presidente Carlos Andrés Pérez. Específicamente, y de la misma manera que hoy en Santiago, supuestamente el Caracazo empezó por un aumento en el precio del transporte.

Hoy todos saben que lo ocurrido en el Caracazo fue planeado desde Cuba.

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