Por: Oscar Oré Bazanta
José Carlos Mariátegui, el gran amauta, dictaminaba así, la magnífica jornada heroica del 23 de Mayo de 1923, por la libertad de conciencia en el Perú. Quedaba claro que no fue un movimiento anticlerical, ni antirreligioso y menos aún anticristiano. Todo lo contrario, está registrado en la Historia, que Haya de la Torre en su condición de Presidente de la asamblea sanmarquina, en la Pileta de la Casona Universitaria, hizo una enérgica defensa del Divino Nazareno. Lanzó un brillante discurso en la que expresa su respeto y alabanza a la imagen, mensaje y obra del Cristo Jesús, dejando a la vez, al descubierto la patraña politiquera y ambiciosa de la Dictadura Leguiísta por perennizarse en el Poder ilícitamente. No fue en vano la inmolación de Salomón Ponce, obrero tranviario y de Manuel Alarcón Vidalón, estudiante de Letras de San Marcos. Víctor Raúl y miles de espartanos peruanos, obreros y estudiantes de vanguardia popular, hicieron respetar con honra, honor y valentía a prueba de balas tiranas: La Dignidad y Derechos Humanos del Pueblo del Perú.
Mariátegui fue hidalgo y honesto consigo mismo y justo con la historia de los hechos, cuando implícitamente reconoce y elogia a Víctor Raúl como el Gran Líder de la epopéyica jornada, cuando a continuación redactó en su obra Maestra mencionada que “este hecho reanimó e impulsó en las aulas, las corrientes de revolución universitaria, acarreando el predominio de la tendencia izquierdista en la Federación de Estudiantes”... que como se sabe, conducía “antorcha en mano”, desde los inicios de la Reforma Universitaria, su dilecto amigo liberteño y compañero de ideales por la justicia social.
Es bueno, justo, necesario y conveniente detenernos algo en esta área del artículo que redacto, que por supuesto es muy modesto y limitado el aporte que expreso. Creo que ha llegado el momento de Educar más y mejor a la juventud nacional, con la verdad y autenticidad del caso. A la juventud no la vamos a Educar bien, sólo con los conocimientos da la modernidad científica, tecnológica o cibernética. Ello está bien. Es muy bueno y necesario en estos tiempos nuevos de la globalización, pero también es cierto que la grandeza de una patria como la nuestra (que ya lo fue en el pasado) no sólo debe abarcar, lo económico, político y cultural que también es bueno, sino creo que es muy necesario y urgente que la eduquemos a través de biografías ilustres, de vidas ejemplares, de existencias modelos, de valores superiores y de ética y moral social nítidas. Revolucionar los sílabos de enseñanza y la didáctica moderna, colocando como centro de mayor atención de la niñez y juventud estudiosa de nuestra patria a los grandes hombres, que además de los más conocidos en las aulas de clases, como Grau, Bolognesi, Cáceres, Gonzáles Prada y otros; han contribuido en diversas formas, con su inteligencia, sabiduría, ciencia, valor, sacrificio, vale decir con heroísmo cívico, político y social, para forjar una Patria Peruana e Indoamericana, más justa, libre, unida, fraterna y desarrollada en el concierto de las naciones del mundo contemporáneo, donde algún tiempo no muy lejano reine la paz, la igualdad, la cooperación y solidaridad mundial y con ello la hermandad y felicidad universal.
Víctor Raúl Haya de la Torre, su pensamiento Rector Victorioso, antiimperialista e integracionista latinoamericano y José Carlos Mariátegui con su concepción política, lúcida y brillante, son dos grandes peruanos del siglo XX que supieron estudiar bien la realidad nacional y plantear originales propuestas de solución a la problemática de nuestra patria. Personalidades históricas que buscaron los caminos del cambio a la conquista de la justicia social, para nuestros pueblos. El Plutarco Moderno que aparezca, objetivo e imparcial llegará sin duda a una primera conclusión inicial: Son más las semejanzas que las diferencias entre los dos grandes inteligencias de dos peruanos de alcance continental y vigente en la actualidad.
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