sábado, julio 12, 2008

Imitando a Roosevelt en Camisea

Por Alfredo Barnechea
 
Perú se encuentra ante una oportunidad única, acaso irrepetible en varias generaciones, para un despegue (o “take-off”, según la terminología que propuso en 1960 Walt Rostow). 
¿Qué causa el desarrollo? ¿Qué es primero, la tecnología, como parece probarlo la revolución industrial, con la máquina de vapor? ¿El derecho, como parece insinuarlo la misma Inglaterra, que tuvo primero una revolución “jurídica” en 1688, y un siglo más tarde la revolución industrial? ¿La educación, como parece mostrarlo la moderna Irlanda? 
El desarrollo es el fruto de una “sinergia”, que el diccionario define como “acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales”. Pero una de las causas que la evidencia histórica muestra es la importancia de la infraestructura. 
El primer gran caso de desarrollo moderno no fue la Inglaterra del XVIII. Fue la Holanda del XVII. De hecho, muchas de las prácticas que alimentaron a Inglaterra la llevaron emigrantes holandeses (como el padre de David Ricardo). De esa Holanda industriosa, enormemente próspera, queda la pintura de Rembrandt y sus contemporáneos, que inmortalizaron la riqueza de sus comerciantes. ¿Qué causó ese despegue? El comercio, la pujanza de sus armadores, pero ella estuvo precedida por la infraestructura: gran parte de su territorio fue ganado al mar, y eso permitió la productividad agrícola, y a la postre la navegabilidad y el acceso al comercio. 
A principios del siglo XIX, Estados Unidos “siguió” a Inglaterra en el desarrollo. Como la India hoy, gozó del privilegio de una comunidad anglohablante, que permitió que los hallazgos técnicos circularan entre ellos muy rápido. Pero un proyecto de infraestructura está en el origen del despegue: el Erie Canal, ejecutado entre 1817 y 1825, que conectó el río Hudson con el lago Erie a través de un canal de 584 kilómetros, abriendo la producción del Medio-Oeste al Atlántico a través del puerto de Nueva York. 
Inglaterra había derogado las “Corn Laws”, lo que permitió la importación de productos de las praderas norteamericanas. Asimismo, permitió que fluyera el comercio con Canadá, con quien Estados Unidos firmó un tratado de libre comercio en 1854. 
Como sucede siempre con los proyectos cruciales de infraestructura, no había “demanda” previa. La mayoría pensaba que era una “locura”. 
Lo mismo se dijo de Brasilia, cuando Kubitschek decidió construirla, con la ayuda genial de Lucio Costa y Oscar Niemeyer. Pero Brasilia “catapultó” la imaginación brasileña (si esto hubiera sido necesario). “Ocupó” el Planalto, lanzó a Brasil a convertirse de verdad en el país-continente que era. 
El gran modelo de infraestructura para el desarrollo apareció, como tantas cosas, con Roosevelt y el New Deal: la autoridad del Valle del Tennessee. 
A lo largo de mil kilómetros, el río Tennessee atraviesa siete estados: Tennessee, Alabama, Kentucky, Mississippi, Georgia, Carolina del Norte y Virginia. En una de sus zonas, en Alabama, tenía caídas de agua casi como Niágara. 
En 1929 concentraba las zonas más pobres de Estados Unidos. Arthur Morgan, uno de sus inspiradores, dijo que de allí habían salido tres grandes riquezas: petróleo, gas y madera, pero lo único que había quedado era pobreza. 
En mayo de 1933, en esos legendarios primeros “cien días”, Roosevelt creó la Autoridad del Valle del Tennessee, como una corporación pública, pero manejada como una privada, y le dio plenos poderes a un directorio de tres personas. Sus objetivos fueron controlar los desbordes, mejorar la navegabilidad, fabricar fertilizantes, generar electricidad. 
También dijeron que era una “locura”, y los lobbistas de las empresas eléctricas privadas dijeron que no había “demanda”. Pero en 1945 tenían electricidad 75% de los habitantes contra sólo 2% en 1933. No mató la iniciativa privada pero la obligó a la competencia. Durante la guerra, la electricidad del TVA fue vital para producir aluminio. 
En estos casi tres años que viví en Washington, recorrí el Erie Canal y muchas partes del valle del Tennessee, entre otras cosas porque hace tiempo que creo que el TVA puede ser un modelo para Camisea. 
Camisea comienza en Cusco. El gasoducto atraviesa Ayacucho, desemboca en Pisco, y termina en Chincha/Cañete. Si uno agrega Ilo, potencial punto de salida de otra vía, tenemos un espacio macrorregional que cubre nueve departamentos: Cusco, Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Puno, Arequipa, Moquegua, Ica, Lima, algunos de los cuales concentran la pobreza extrema peruana. Ese espacio recorre el corazón del sur andino, lo que antaño llamaron la “mancha india”, el núcleo de los viejos imperios Inca, Chanca, Huari. 
Es probable que Perú disponga en la cuenca de Madre de Dios de más gas que Camisea. Lo que enfatiza la importancia de una discusión sobre la matriz energética de Perú: ¿Cómo damos más valor agregado a nuestro gas? ¿Cómo usamos el agua, para “liberar” gas de la electricidad? 
El TVA fue posible porque la Depresión había debilitado el poder de los estados, y una iniciativa federal era aceptable. La distribución del canon, que es una renta nacional, es una de las controversias que definirá el nuevo Perú. ¿Cómo hacer que el gas sea algo más que un tubo que “riega” canon, probablemente mal distribuido y peor gestionado? ¿Cómo usar el gas como un instrumento de cohesión social y regional? 
Con parte de la renta del “nuevo” gas (para no tocar el canon del ya existente) podría consolidarse un fondo que desarrolle infraestructura: electricidad en la zona (67% de Huancavelica no tiene luz) y agua (67% de la población rural carece de ella); que “riegue” conectividad en todo ese espacio (usando la fibra óptica que acompaña los ductos), alquilándola después a operadores privados; promoviendo proyectos público-privados (como llevar gas a los yacimientos de hierro de Andahuaylas). 
Ese fondo debería ser paralelo a un fondo para combatir la pobreza en los 200 distritos más pobres del espacio (811 distritos concentran el 20% más pobre del país). 
El TVA “jaló” a todo el Sur norteamericano que de otra manera se habría quedado rezagado. El gas es esa oportunidad histórica para cerrar para siempre la brecha entre los dos Perú.
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1 comentarios:

Impersonal dijo...

Hola, estuve buscando alguna inforamcion de contacto pero no e encontrado alguna asi que dejo un comentario aqui.

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