domingo, noviembre 09, 2008

LA RESISTENCIA CLANDESTINA DEL PARTIDO APRISTA PERUANO

Por: Rodher Rossini Sàenz

El APRA pudo soportar tan prolongada como sangrienta persecución, gracias a la eficaz resistencia que puso a la dictadura. La resistencia tuvo como principal protagonista a Víctor Raúl Haya de la Torre y a muchos apristas casi anónimos que lucharon y sacrificaron sus vidas por una ideología de Pan Con Libertad.

El jefe del APRA permaneció invicto durante los once años de clandestinidad, llegado a convertirse en un personaje legendario.

Haya desplegó una actividad incansable. El personalmente organizaba los cuadros. Cada vez las organizaciones de su Partido eran barridas, creada nuevas. 

Paralelamente su actividad intelectual fue constante. Escribía la casi totalidad de las informaciones y comentarios publicados en "La Tribuna" clandestina. 

No contento con ello, salía por las noches de su escondite y subrepticiamente repartía la propaganda. Contó con un equipo de fieles y leales colaboradores, que ayudaron a salvarle la vida en más de una ocasión.

EL PAN CALIENTE

El arma más eficaz empleada por los apristas para mantener la resistencia, estuvo constituida por la prensa clandestina. Los principales órganos de esta prensa fueron "La tribuna" en Lima y Chan Chan en Trujillo. 

Pero también el resto del país aparecieron con regularidad otras hojas clandestinas, como "La Tribuna del Sur", "Antorcha", "Cahuide" y algunos más.

Hay que señalar que "La tribuna" mantuvo en jaque a los agentes del Gobierno ya que circuló permanentemente y en todo el país. En realidad no hubo una sino varias "Tribunas", pues con este mismos nombre salían también en provincias hojas clandestinas con el mismo calor y la fé con que se editaba el principal vocero de la causa aprista.

Además, el secreto del éxito estuvo en que cada vez que caía el grupo encargado de su publicación, inmediatamente, era reemplazado por otro grupo más decidido y cuyos componentes se esforzaban por superar lo que hasta entonces se había hecho en la prensa clandestina.

"La Tribuna" llegó a darse el lujo de presentar ediciones pulcras, ilustradas con muy buenos grabados. Se imprimió en una legendaria prensa de madera, invención genial de un artífice popular, a la que se le denominó con el nombre de "La María". El pueblo lo bautizó a estas hojas con el expresivo nombre de "pan caliente".

En el 2003 se cumplió el Centenario del Nacimiento de La batalla librada por los esforzados combatientes de la prensa clandestina, cobró el precio elevado del sacrificio de dos vidas ejemplares, Pedro Chávez y Luís Rufasto, auténticos héroes de la libertad de prensa.

En un artículo publicado por Julio Ortega Cuentas en la edición extraordinaria de "La Tribuna", correspondiente al domingo 14 de Marzo de 1961, con el titulo: "LA TRIBUNA EN LA CLANDESTINIDAD", se establecen hasta tres etapas que corresponden a esta época. En base al testimonio ofrecido' por los protagonistas de tales acciones heroicas, Ortega presenta un cuadro cabal de tan importante episodio de la historia del Aprismo.

En los primeros momentos de la "Gran Clandestinidad" la publicación del periódico estuvo a cargo de un grupo integrado por César Montoya Bobadilla, Moisés Rodríguez Torres, Pedro Chávez, Carlos Alayo Torres y Segundo Gutiérrez. 

Ninguno de ellos conocía el arte de la tipografía. Instalaron una pequeña imprenta en la casa de Rodríguez, sita en el Pasaje Unánue de Chacra Colorada. 

La pequeña imprenta de madera, hecha a mano, fue colocada en el sótano de la casa de los Torres Alayo; Chávez, a quien todos llamaban cariñosamente "Perico", se hizo diestro en el manejo de la imprenta y pronto se convirtió en un verdadero experto. 

El trabajo era agotador pus tenían que imprimir a mano, hoja por hoja, los miles de ejemplares. Pese a lo rudimentario de la máquina, resultaba una impresión nítida y de buena impresión.

A esta máquina se le puso el nombre de "María", en homenaje a la señora Ana María Torres, madre de Moisés Rodríguez Torres y Carlos Alayo Torres gran admirador de esta empresa. Ella fue apresada poco después de iniciarse la publicación de "La Tribuna", cayó gravemente enferma a consecuencia de los malos tratos y falleció en un hospital. Desde entonces todas las máquinas que fueron utilizadas para imprimir la propaganda clandestina, recibieron la denominación genérica de "María".

El relato de Moises Rodríguez Torres que está inserto en el referido articulo, tiene contornos patéticos: "La soplonería andaba siempre tras nuestro y teníamos que cambiar constantemente de local; lo hicimos alrededor de diez veces. En otras oportunidades ya no cabían posibilidades de fuga y nos quitaban la imprenta, perdíamos ocho máquinas. Pero tan pronto como caía una ya estábamos fabricando otra.

Lo hacíamos con suma facilidad, a tal punto que llegábamos hacerlas desarmables; así cuando era necesario, desarmábamos la máquina en pocos minutos, la cual cabía cómodamente en un costal.

La tarea de impresión se completaba con una eficiente distribución. Encargados de esta labor eran, entre otros, Leopoldo Pita, Antonio Pandal y Neptalí Urbina, este ultimo dueño de un pequeño camión que era su único sustento y sin embargo lo ponía al servicio de la causa, sin importarle los riesgos que corría. 

Así "La Tribuna" se convertía en lo que se denominó "el pan caliente" en el argot popular. Pasaba de manos a mano discretamente en las calles. 

Se introducía subrepticiamente por los dinteles de las puertas. Salía de los bolsillos de anónimos combatientes y seguía circulando. Miles de formas se idearon para hacerla llegar a todos los rincones. 

El "pan caliente" circulaba en los ómnibus, en los tranvías, en los cinemas y hasta se le podía encontrar en las mesas de los cafetines, colocado, exprofeso por alguna mano anónima. Esto es lo que nunca pudieron destruir las dictaduras.

La propaganda contribuyó a elevar la mística hacia los planos superiores, manteniéndose invicta durante once largos años.

Posteriormente Carlos Alayo Torres fue capturado y llevado preso a la isla del Frontón, donde estuvo preso con varios lideres apristas, hasta su fuga con el señor Armando Villanueva del Campo nadando hasta la punta callao.

El relato de este episodio se encuentra en el libro "Víctor Raúl" de Cossio del Pomar (Volumen II, págs. 164-165)

Agradecimiento a CARLOS MODESTO ALAYO TORRES por habernos alcanzado este trabajo
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1 comentarios:

Ricardo Ñique Cornelio dijo...

te felicito por tu articulo

 
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